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4-sep.-2024, miércoles de la 22.ª semana del Tiempo Ordinario

«“También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea».

Bella mañana la que nos regalas, Señor, para alegrar nuestro corazón y vivir en tu presencia, para poder manifestar en este día la voluntad del Padre celestial. Gracias, Señor, porque nos curas de nuestras fiebres, de nuestra pereza, de nuestra soledad y nos das el ánimo y el aliento para levantarnos y para servirte en nuestros hermanos.

Te damos gracias, Señor, porque sabemos que has venido para sanar nuestras heridas y para ponernos en marcha en el camino hacia ti y hacia los hermanos.

Ayúdanos en nuestros intentos de seguir buscándote, aun a tientas y tropezando. Y ayúdanos también a hacer que tu palabra de fe, esperanza y amor sea una realidad en medio de nosotros; y que esto siga siendo como la Buena Noticia de que tú estás entre nosotros y que eres nuestro Señor y Salvador. Guía nuestros pasos vacilantes a la verdadera y segura verdad de tu amor y tu servicio. En este día podamos tomar tus palabras y decir “vamos a otro lugar”, que también allí tenemos que llevar fe y esperanza; “vamos a otro lugar” porque allí también tendremos que llevar consuelo. Amén. 

Bendecido miércoles para todos. 

Llenémonos de paciencia ante los paros, El Señor y la Virgencita nos protejan.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Predicar y curar: esta es la actividad principal de Jesús en su vida pública. Con la predicación anuncia el reino de Dios, y con la curación demuestra que está cerca, que el reino de Dios está en medio de nosotros. Al entrar en la casa de Simón Pedro, Jesús ve que su suegra está en la cama con fiebre; enseguida le toma la mano, la cura y la levanta. Después del ocaso, al final del sábado, cuando la gente puede salir y llevarle los enfermos, cura a una multitud de personas afectadas por todo tipo de enfermedades: físicas, psíquicas y espirituales. Jesús, que vino al mundo para anunciar y realizar la salvación de todo el hombre y de todos los hombres, muestra una predilección particular por quienes están heridos en el cuerpo y en el espíritu: los pobres, los pecadores, los endemoniados, los enfermos, los marginados. Así, Él se revela médico, tanto de las almas como de los cuerpos, buen samaritano del hombre. Es el verdadero Salvador: Jesús salva, Jesús cura, Jesús sana. (Ángelus, 8 de febrero de 2015)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.