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6-ago.-2024, martes de la 18.ª semana del Tiempo Ordinario

Ayúdanos a reconocer algo de tu rostro en nuestros hermanos para que caminemos contigo, participemos de tu gloria y escuchemos tu Palabra

Buenos y santos días, iniciados con la bendición del Padre celestial y bajo la protección de nuestra Madre celestial.

En tu Transfiguración iluminaste los ojos de la fe de tus apóstoles para que pudieran ver más allá de las apariencias y reconocerte como el Hijo amado

Fortalece también nuestra fe en Ti. Ayúdanos a reconocer algo de tu rostro en nuestros hermanos para que caminemos contigo, participemos de tu gloria y escuchemos tu Palabra; para poner todas nuestras energías y hacer de nuestras opciones y acciones un verdadero testimonio. Danos la fortaleza necesaria para subir a la montaña de la esperanza y transfigurarnos para ser bondadosos y misericordiosos como tú lo eres. Que, al iniciar este segundo día de la semana, te escuchemos como los discípulos; que no exclamemos como Pedro “qué bien se está aquí” sino que vayamos a nuestras actividades con actitudes de misericordia, de servicio y de fraternidad. Amén.

En alegría y felicidad iniciemos nuestras labores y seamos bendecidos y fortalecidos en fraternidad y solidaridad vivida para el bien de nuestros hermanos, hablando bien de todos, pensando bien de todos y haciendo el bien a todos

Feliz y fructífero martes; pongamos en tus manos nuestra Ciudad de Bogotá. Los abrazo y los bendigo. 

Pensamientos para el Evangelio de hoy (evangeli.net)

* «Sólo Jesús es la luz verdadera y eterna» (san Ambrosio de Milán).

* «En el rostro transfigurado de Jesús brilla un rayo de la luz divina que Él tenía en su interior. Esta misma luz resplandecerá en el rostro de Cristo el día de la Resurrección. En este sentido, la Transfiguración es como una anticipación del misterio Pascual» (Benedicto XVI).

* «El Padre, en el monte de la transfiguración, ordena: ‘Escuchadle’ (Mc 9,7). Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: ‘Amaos los unos a los otros como yo os he amado’ (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 459).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.