Día especial para darte gracias por tu misericordia y generosidad, día para adorarte en tu Sacratísimo Corazón. Hoy celebramos tu Sagrado Corazón, tu humanidad latiendo al ritmo del Padre celestial, sin desajustes, sin arritmias. Aunque nos resulta a veces tan difícil, queremos sentir nuestro corazón latir al ritmo tuyo t Tú nos animas, porque ya lo has realizado en tu carne, para que nadie pueda decir: “¡es imposible!”. Podemos decir: “no sé si puedo, no sé si quiero…”, pero no podemos decir que es imposible.
Tú, por medio de tu corazón precioso, nos enseñas que para el Padre nada hay imposible. Tú has venido a nosotros, para compartir nuestra vida y nuestros afanes, para guiarnos en tu camino, que es camino de vida y amor. Tu corazón sigue estando herido, porque nuestros corazones están divididos, pero Tú viniste a cambiar nuestros corazones de piedra en corazones de carne, capaces de amar, perdonar y servir y te has hecho disponible para todos, para que nos acerquemos unos a otros y seamos sensibles a sus necesidades y sufrimientos.
Llénanos con tu vida y con tu amor y guárdanos siempre en tu corazón. Ayúdanos a ver completamente con ojos de fe. Que nunca nos veamos separados de tu amor, sino más bien que tu amor crezca en nosotros día a día y que rebose hacia nuestros hermanos.
A ti, Señor, te damos gracias por tu misericordia, tu bondad y generosidad nacidas en tu corazón. Ayúdanos para que seamos misericordiosos con nuestros hermanos, que tengamos tus mismos sentimientos, tus ojos compasivos, tu bondadoso corazón, tu fidelidad y tu perdón.
Corazón de Jesús a ti confiamos nuestras vidas. Confiamos en tus bondades, tu misericordia sin límites, en ti confiamos, en ti esperamos y a tu corazón nos consagramos.
¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS! EN VOS CONFÍO.
Hoy en esta Solemnidad del Sagrado Corazón se realiza la jornada mundial de Oración por la santificación de los Sacerdotes, les pido una oración por la santificación de los sacerdotes, que nos ayude a ser sencillos y humildes de corazón y servidores generosos.
Feliz y santo viernes llenos de tu amor y misericordia.
CONSAGRACIÓN
¡Oh Corazón de Jesús, yo quiero consagrarme a ti con todo el fervor de mi espíritu!
Sobre el ara del altar en que te inmolas por mi amor deposito todo mi ser:
mi cuerpo, que respetaré como templo en que tú habitas;
mi alma, que cultivaré como jardín en que te recreas;
mis sentidos, que guardaré como puertas de tentación;
mis potencias, que abriré a las inspiraciones de tu gracia;
mis pensamientos, que apartaré de las ilusiones del mundo;
mis deseos, que pondré en la felicidad del Paraíso;
mis virtudes que florecerán a la sombra de tu protección;
mis pasiones, que se someterán al freno de tus mandamientos;
y hasta mis pecados, que detestaré mientras haya odio en mi pecho, y que lloraré sin cesar mientras haya lágrimas en mis ojos.
Mi corazón quiere desde hoy ser para siempre todo tuyo, así como tú, ¡oh Corazón divino! has querido ser siempre todo mío. Tuyo todo, tuyo siempre; no más culpas, no más tibieza.
Yo te serviré por los que te ofenden, pensaré en ti por los que te olvidan te amaré por los que te odian; rogaré, gemiré y me sacrificaré por los que te blasfeman sin conocerte.
Tú, que penetras los corazones, y sabes la sinceridad de mi deseo, comunícame aquella gracia que hace al débil omnipotente, dame el triunfo del valor en las batallas de la tierra, y cíñeme la oliva de la paz en las mansiones de la gloria. Amén.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «De este Divino Corazón manan sin cesar tres arroyos: el primero es el de la misericordia para con los pecadores; el segundo, es el de la caridad; del tercer arroyo manan el amor y la luz para sus amigos» (santa Margarita Alacoque).
* «Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro: es la vía que une a Dios y el hombre» (Francisco).
* «La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre. Adora al Verbo encarnado y a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2669).