Inicio de nuestra semana, un nuevo amanecer, nuevos rumbos nuevas ilusiones y esperanzas veñideras, todo esto para decirte: gracias, Señor, por el don de la vida que nos concedes y la salud que es muy seguramente los regalarás. En nuestra mente y en nuestro corazón solamente tenemos sentimientos de servicio y de amor hacia los demás. Tú nos muestras en tu palabra lo que es la verdadera fe, una fe capaz de trasladar montañas. Es el ejemplo de este jefe de la sinagoga que no tiene reparo en arrodillarse en tu presencia y solicitar tu misericordia. También tenemos la fe silenciosa de esta mujer, sobrecogida por el dolor y la angustia de la enfermedad.
Hoy queremos, Señor, reafirmar nuestra fe para vivir verdaderamente en tu amor. Hoy nuestra oración va dirigida al Padre celestial. Gracias, Padre, por este maravilloso acto de fe y de valor del jefe de la sinagoga que ha recurrido a Jesús con el dolor de que su hija acababa de morir y con su firme fe hacia ti. Gracias, porque alimentas nuestra certeza de que, ante momentos semejantes, podemos contar con tu cercanía personal.
Con mucha fe y optimismo iniciaremos esta jornada, Sabiendo que contamos contigo y tu presencia, bondadosa y misericordiosa. Permite, Señor, que nuestra semana sea llena de satisfacciones y de obras en bien de nuestros hermanos. Te alabamos, te bendecimos, te glorificamos y te damos gracias. Amén.
Un muy feliz y confiado inicio de semana, sabiendo que toda obra colocada en tus manos, llega a buen término.
Feliz lunes y encantador inicio de semana.
Pensamientos para el Evangelio de hoy https://evangeli.net/evangelio
* «Aunque estemos acostados en el lecho de nuestros pecados y de nuestro cuerpo, si nos toca Jesús, al instante quedaremos curados» (san Jerónimo)
* «Jesucristo vino para vencer el mal desde la raíz, y las curaciones son un anticipo de su victoria, obtenida con su muerte y resurrección» (Benedicto XVI)
* «‘¡Sanad a los enfermos!’ (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1509)