Se han disipado las tinieblas y ahora comienza un nuevo día; el sol nace para cada uno de nosotros y nos anuncia un nuevo día lleno de amor, de bondad y de misericordia, porque es un día tuyo, es el día del señor. Permítenos, Señor, iniciarlo en fe y eperanza.
Como el ciego del camino, como el paralítico, como el leproso, despertamos a tu presencia para darte gracias porque sólo en ti ponemos nuestra confianza. Qué bueno alabarte y bendecirte. ¿Qué otra cosa podemos hacer? y lo hacemos con gozo y alegría de darte gracias por revelarnos tu palabra y por renovar nuestra fuerza con tu pan de vida. Que todo lo que digamos y hagamos, y toda nuestra vida, sea un don para los que nos rodean y un acto de gratitud para ti, Señor nuestro.
Nosotros somos tuyos. Tú nos llamaste a la vida. Ábrenos a tu vida y a tu amor, concedidos como don gratuito y generoso. Danos corazones agradecidos. Que aprendamos de ti a darnos a nosotros mismos y a nuestros hermanos. Acepta nuestra acción de gracias y como el leproso, seamos agradecidos por tu bondad y misericordia ya que hemos quedado limpios de nuestras lepras de egoísmo, incomprensión, indiferencia, engaño y mentira y tantas otras enfermedades que llevamos en el espíritu pero que tú nos ayudas a curar por tu bondad y generosidad. No permitas en ningún momento que seamos indiferentes y desagradecidos sino que volvamos alabándote por todo lo que recibimos: nuestras familias, nuestros amigos, nuestros trabajos, nuestra salud y bienestar incluso nuestras dificultades. Te alabamos, te bendecimos y te damos gracias. A ti nos acogemos y en ti confiamos. Nuestra Madre nos conceda su gracia. Amén.
Feliz y agradecido domingo.
Reflexión del papa Francisco
Poder dar las gracias, poder alabar al Señor por lo que ha hecho por nosotros: ¡esto es importante! Así que podemos preguntarnos: ¿Somos capaces de decir "Gracias"? ¿Cuántas veces decimos "Gracias" en nuestra familia, en nuestra comunidad y en la Iglesia? ¿Cuántas veces decimos "Gracias" a los que nos ayudan, a los que están cerca de nosotros, a los que nos acompañan en la vida? A menudo damos todo por sentado. Esto también ocurre con Dios. Es fácil acercarse al Señor para pedirle algo, pero devolverle y darle las gracias... Por eso Jesús subraya tanto el fracaso de los nueve leprosos ingratos.