Despertamos a un nuevo día —en el cual contemplamos una luz de esperanza de optimismo, de alegría y felicidad— para darte gracias porque vamos a iniciar nuestras labores, y lo hacemos colocados en tus manos para poder compartir la fe y esperanza que traemos en nuestros corazones por tu presencia.
Gracias, Señor, por mostrarnos el camino de amor de amistad y de solidaridad. Este mes es superespecial porque tenderemos el recuerdo hermoso de tu nacimiento en medio de nosotros; tiempo propicio para pensar qué clase de Pesebre y qué humilde lugar te vamos a dar en tu nacimiento; no esperamos una cuna de oro porque tú no la quieres, esperamos elaborar la cuna hecha en madera de Esperanza y paja de servicio, humildad y sencillez; tú no quieres un simple lugar donde habrás de llegar, sino que en nuestro corazón esté la más hermosa sencilla y especial cuna donde vendrás a habitar.
Aunque algunas veces sentimos en nuestro corazón que somos incapaces de alcanzar tu presencia y, al igual que el centurión, tenemos que decir: Señor, no soy digno de que entres en mi corazón, en mis sentimientos, pero basta una palabra tuya para que nuestro corazón se llene de tu amor. Señor, sana nuestro corazón; que tu Palabra nos ilumine. Danos el don de una fe humilde que pueda confesar que Tú eres el único capaz de sanar plenamente nuestras heridas; una fe obediente a tu voluntad, para que cuando digas “Haz esto” lo hagamos sin vacilar.
Señor, creemos en ti, pero aumenta nuestra fe; no permitas que los temores y las dudas nos aparten de tu amor, sino que en todo momento te busquemos con esperanza. Permítenos tener las tres actitudes del centurión: humildad: “no soy digno...”; fe: “basta que lo digas de palabra”; permeabilidad a tu gracia: “tengo gente a mi cargo”. Que nuestra fe no sea excluyente, sino que conduzcamos a otros a ti para que sean salvados. Que este Adviento que estamos iniciándolo vivamos en humildad, con mucha fe y esperanza, creyendo en Ti y confiando en Ti. Amén.
Una muy feliz y santa semana; un anhelado inicio de mes para todos y un santo y optimista lunes. Abrazos y bendiciones abundantes.
PALABRA DEL PAPA
En verdad, no es «fácil vivir con fe», destacó el Obispo de Roma. Y recordó el episodio del centurión que, según el relato del Evangelio de Mateo (8, 5-11), se postra ante Jesús para pedirle que cure a su siervo. «El Señor, en la palabra que hemos escuchado —explicó el Papa—, se maravilló de este centurión. Se maravilló de la fe que tenía. Había hecho un camino para encontrar al Señor. Pero lo había hecho con fe. Por ello no sólo encontró al Señor, sino que sintió la alegría de haber sido encontrado por el Señor. Y éste es precisamente el encuentro que nosotros queremos, el encuentro de la fe. Encontrar al Señor, pero dejarnos encontrar por Él. ¡Es muy importante!».
Cuando sólo nos limitamos a encontrar al Señor, subrayó, «somos nosotros —pero esto digámoslo entre comillas— los “dueños” de este encuentro». Cuando, en cambio, «nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra dentro de nosotros» y nos renueva completamente. «Esto —reafirmó el Papa— es lo que significa que venga Cristo: rehacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino».
En este período del año litúrgico, por lo tanto, estamos en camino para encontrar al Señor, pero también y sobre todo «para dejarnos encontrar por Él». (Papa Francisco - Homilía Santa Marta, 2 de diciembre de 2013)
ORACIÓN
Señor Jesús, gracias por la oportunidad de volver a caminar de tu mano. Concédeme un corazón capaz de creer incluso cuando no veo, de esperar incluso cuando todo parece quieto, y de amar sin medida a quienes has puesto a mi lado. Tú conoces mis luchas y temores y mis deseos profundos. Enséñame a confiar en tu palabra en todo momento. Amén.
Cf. Reflexión del Evangelio escrita por Paola Treviño, consagrada del Regnum Christi.
Hoy el Evangelio nos relata la historia del centurión y su criado enfermo. Y escuchamos una de las oraciones más hermosas: ‘una palabra tuya bastará para sanarlo’. Y es esa frase, esa oración, la que repetimos justo antes de recibir la Comunión en la Sagrada Eucaristía. ¡Qué fe más grande, más impresionante de este centurión! Confiaba plenamente en Cristo.
Como decíamos, Adviento es tiempo de esperanza. Esperar la llegada de alguien, de algo. ¿Podría decir yo, con la misma fe, [lo] que dijo el centurión?: espero en tu amor, en tu llegada, espero en tu esperanza, espero en tu poder, espero en la familia, espero en la amistad, en el perdón, en la concordia.
¿Tengo la fe de ese centurión para poder decir?: ‘una palabra tuya bastará para…’: una palabra tuya bastará para alcanzar mi paciencia, una palabra tuya bastará para alcanzar la sanación física o espiritual de mi hijo, una palabra tuya bastará para alcanzar la reconciliación con esta persona de mi familia, una palabra tuya bastará para yo encontrar esa paz que tanto anhelo. Una palabra tuya.
¿Qué espero de este Adviento? ¿Qué espero yo dar en este Adviento? Esperar y recibir; ahí está la clave de este período. Repasemos ¿qué espero yo de este Adviento y qué voy a dar yo en este Adviento?
Pregunta:
¿A quién necesito presentar hoy ante Jesús con la misma fe con que el centurión presentó a su siervo?
Cita bíblica del día.
"Para Dios nada es imposible" (Lucas 1,37).
