Nuevo amanecer, nueva semana y un nuevo mes que gracias a tu bondad y misericordia los iniciamos llenos de fe y esperanza, deseando que según tu voluntad y querer, sea de satisfacciones en amor y servicio que ponemos en tus manos. Al inicio de nuestra jornada es una buena ocasión para meditar tu palabra y el camino que tú quieres que sigamos, con una palabra muy hermosa «sígueme». Queremos seguirte, Señor, porque tenemos la seguridad de que estarás a nuestro lado, inspirarás nuestras palabras y nos mostrarás la mejor manera de realizar tus obras.
Esta es una buena ocasión para interrogarnos sobre nuestro discipulado: ¿cómo testimoniamos que tus exigencias no son imposibles? ¿qué signos debemos comunicar para hacer visible tu providencia amorosa? ¿a quiénes debemos contagiar para que con ánimo te quieran seguir? Al reflexionar estos interrogantes, te pedimos perdón si en tantas ocasiones, somos exigentes y te ponemos condiciones para seguirte. Danos tu Espíritu Santo para aprender a discernir y tomar las mejores decisiones en nuestra vida como verdaderos discípulos. Al inicio de nuestro mes y en este primer día de la semana, acompáñanos, bendícenos y guárdanos en tu bondad y tu amor para que nuestro mes sea dedicado plenamente a Nuestra Señora del Carmen, Madre de Dios y Madre Nuestra.
Bendecido inicio de mes y de semana. Con fe y optimismo iniciemos nuestras actividades laborales y personales, deseando éxitos en todo sentido.
Pensamientos para el Evangelio de hoy (Evangeli.net)
* «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada» (san Gregorio Magno).
* «Desde los tiempos evangélicos hasta hoy ha seguido actuando la voluntad fundadora de Cristo, que se manifiesta en esa hermosísima y santísima invitación dirigida a tantas almas: ‘¡Sígueme!’» (san Juan Pablo II).
* «La iniciativa de los cristianos laicos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia Católica 899).