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10-mar.-2024, domingo 4.º de Cuaresma

Tú nos amas tanto que sigues entregándote generosamente y quieres que tu cruz sea para nosotros la señal de que estás con nosotros en días de soledad tristeza y aflicción

Hoy damos gracias por el don del amor, de la vida, de nuestras familias y nos ponemos en tus manos. Gracias por la semana que culminamos, por las labores realizadas y las personas con las que pudimos compartir, por nuestras alegrías y por las tristezas que pudimos remediar gracias a tu presencia. Pero tenemos que preguntarnos: ¿Te damos gracias por el amor inmenso con que nos amas y la misericordia que derrochas sobre nosotros? ¿Cómo compartimos ese amor y esa misericordia? Tratamos de ser concretos y expresar alguna forma de compartir ese amor con mis hermanos?

Señor, tú estás lleno de gracia y de amor. Tú nos amas tanto que sigues entregándote generosamente y quieres que tu cruz sea para nosotros la señal de que estás con nosotros en días de soledad tristeza y aflicción. Que sigamos mirándote y aprender de ti a abrir unos a otros nuestras manos y corazones y a darnos a nosotros mismos con nuestros dones. Y que esto nos ayude a percibir tu luz, que nos invita a no caminar en tinieblas. Danos la gracia de tu infinito amor, para que sigamos cultivando en nuestros corazones todos los dones que nos has dado y sirvan para vivir en armonía con nuestros hermanos. No permitas que caigamos en infidelidades hacia ti y mantennos unidos en tu amor. Aleja nuestros negativismos y pesimismos y que en ningún momento seamos desagradecidos y nos olvidemos de ti como el pueblo de Israel. Que no tengamos que decir: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Que el mayor tesoro —que eres Tú para nosotros— siga siendo el aliciente de amor, entrega y disponibilidad.

Señor, permite que hoy, al recordar tu misterio de amor en la Eucaristía, podamos presentar a tu altar el pan duro de nuestras debilidades y pesimismos y el vino agrio de nuestros pecados para que tú los conviertas en pan de gracia y de fuerza y en vino de alegría y esperanza. Que sepamos caminar juntos por el camino de la amistad y de la vida. Danos la alegría de compartir nuestro descanso con las personas que amamos.

Feliz y descansado Domingo.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

La venida de Jesús al mundo determina una elección: quien elige las tinieblas va al encuentro de un juicio de condenación, quien elige la luz tendrá un juicio de salvación. El juicio es siempre la consecuencia de la libre elección de cada uno: quien practica el mal busca las tinieblas, el mal siempre se esconde, se cubre. Quien hace la verdad, es decir, practica el bien, llega a la luz, ilumina los caminos de la vida. Quien camina en la luz, quien se acerca a la luz, no puede por menos que hacer buenas obras. La luz nos lleva a hacer buenas obras. Es lo que estamos llamados a hacer con mayor empeño durante la Cuaresma: acoger la luz en nuestra conciencia, para abrir nuestros corazones al amor infinito de Dios, a su misericordia llena de ternura y bondad. No olvidéis que Dios perdona siempre, siempre, si nosotros con humildad pedimos el perdón. Basta con pedir perdón y Él perdona. Así encontraremos el gozo verdadero y podremos alegrarnos del perdón de Dios que regenera y da vida. (Ángelus, 14 de marzo de 2021)

Pensamientos para el Evangelio de hoy

* «Según las palabras dirigidas a Nicodemo, Dios da su Hijo al “mundo” para librar al hombre del mal, que lleva en sí la definitiva y absoluta perspectiva del sufrimiento. Esta liberación debe ser realizada por el Hijo unigénito mediante su propio sufrimiento. Y en ello se manifiesta el amor infinito: el amor salvífico» (san Juan Pablo II).

* «Sintamos dentro de nosotros que Dios nos ama de verdad. Ésta es la expresión más sencilla que resume todo el Evangelio: Dios nos ama con amor gratuito y sin medida» (Francisco).

* «El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Os 11,1). Este amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos. Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada (Is 62,4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades; llegará hasta el don más precioso: ‘Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único’ (Jn 3,16)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 219)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.