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11-ago.-2025, lunes de la 19.ª semana del T. O.

La predicación evangélica nace de la gratuidad, del estupor de la salvación que llega; y eso que he recibido gratuitamente, debo darlo gratuitamente.

Infinitas gracias te damos, Señor, al inicio de la semana por todo lo que tenemos: fe y esperanza y lo que recibiremos de tu generosidad. Danos sabiduría para llevar tu Palabra de consuelo y de bondad; paciencia para soportar los momentos de dificultad; fortaleza para superar los obstáculos que se presentarán; y tu presencia en nuestros corazones. 

Que nuestras acciones y labores cotidianas las podamos realizar con seguridad en las palabras del Deuteronomio: «¿qué es lo que nos exige el Señor?: Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma; que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien». Danos la capacidad de comprender verdaderamente tus palabras y mandatos que son de amor y de servicio y que amándote a Ti y a nuestros hermanos estaremos cumpliendo tu voluntad y la del Padre celestial. 

Hoy nos regalas el gran ejemplo y testimonio de santa Clara, nacida en 1194 en Asís, de una familia rica, noble y piadosa; a los 19 años se va de casa y se presenta san Francisco haciendo su entrega y consagración total al Señor. Cofundadora de la orden de las Damas pobres —luego clarisas— a la que su madre Ortolana y sus hermanas Inés y Beatriz, dejándolo todo un unieron en el convento. La vida de clarita era de gran austeridad rica en obras de caridad y piedad. Murió el 11 de agosto de 1253 y canonizada dos años después. Gracias, Señor, por guiar nuestros pasos, por tu bondad, siguiendo el ejemplo de santa Clara. Que ojalá nuestros corazones y nuestros gestos sean tan sencillos como tu presencia; que en una lágrima o en una sonrisa sepamos revelarte en medio de nosotros. A Ti te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. Te damos gracias. Amén. 

Un muy feliz inicio de día y una muy feliz y santa semana para todos. 

PALABRA DEL PAPA

La predicación evangélica nace de la gratuidad, del estupor de la salvación que llega; y eso que he recibido gratuitamente, debo darlo gratuitamente. Desde el inicio eran así, san Pedro no tenía una cuenta en el banco, y cuando tenía que pagar los impuestos el Señor lo envió al mar a pescar un pez y encontrar la moneda dentro del pez, para pagar (…) Todo es gracia, Todo. ¿Y cuáles son los signos cuando un apóstol vive esta gratuidad? Primero la pobreza. El anuncio del Evangelio debe pasar por el camino de la pobreza y su testimonio: «No tengo riquezas, mi riqueza es sólo el don que he recibido de Dios. Esta gratuidad es nuestra riqueza». Es una pobreza que «nos salva de convertirnos en organizadores, empresarios». (...) «cuando encontramos apóstoles que quieren hacer una Iglesia rica, una Iglesia sin la gratuidad de la alabanza», la Iglesia «envejece, se convierte en una ONG, no tiene vida». Pidamos hoy al Señor la gracia de reconocer esta gratuidad. «Gratuitamente recibiste, da gratuitamente». Reconozcamos esta gratuidad, este don de Dios. Y avancemos también nosotros en la predicación del Evangelio con esta gratuidad. (Papa Francisco - Homilía en Santa Marta, 11 de junio de 2013)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.