Tu amor y misericordia son tan grandes y hermosos, no sólo en palabras sino en obras; tu obra más grande es la vida. Gracias, Señor, por despertarnos a un nuevo día. En nuestra cotidianidad, nos encontramos con hermanos que sufren, que han sido probados en la vida, que han tenido que enfrentarse al mal y al sufrimiento, ¿qué les diremos?
Señor, que intentemos comprender el dolor de nuestros hermanos necesitados, sentir con ellos y ser amigos dignos de confianza, quizás estando junto a ellos en respetuoso silencio, motivados siempre por ti, que sufriste nuestros dolores y tomaste parte en nuestras angustias.
Ayúdanos, Señor, a sobrellevar aquellas situaciones que parecieran a veces difíciles e imposibles; permítenos tener las actitudes de la suegra de Pedro, que apenas quedó curada se puso a servirles, a ti y a tus discípulos. Ojalá esta sea nuestra actitud de verdaderos discípulos.
En este día colmado de bendiciones, vayamos a servir a nuestros hermanos. Amén.
Un muy servicial y optimista miércoles.
REFLEXIONEMOS
«La oración comporta siempre una especie de escondimiento con Cristo en Dios. Sólo en semejante escondimiento actúa el Espíritu Santo, fuente del “amor hermoso”» (san Juan Pablo II).