En este día te saludamos, Señor, y te damos gracias por el doble motivo de felicidad: celebrarte como Buen Pastor y recordar con cariño a ese ser maravilloso y tierno como es nuestra mamá.
Tú enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, es nuestro más importante recuerdo para saber que, como Buen Pastor, estás a nuestro lado en todos los instantes de nuestra vida. No permitas que nuestros corazones se vuelvan desagradecidos y olvidadizos en nuestro caminar, y que olvidemos tu gran amor por nosotros, porque nos conduces a fuentes tranquilas y vas reparando nuestras fuerzas.
Con el corazón agradecido por nuestro santo padre el papa León XIV, te pedimos que sea un Pastor que nos haga sentir la presencia de Dios en nuestros corazones y que —lleno de sabiduría e inteligencia— nos conduzca por praderas de esperanza y consuelo. También nuestra acción de gracias por darnos a tu Santísima Madre como nuestra auxiliadora, protectora e intercesora y ante todo como Madre Nuestra.
Hoy recordamos que nuestro regalo ha sido doble, ya que nos has dado a nuestras madres aquí en la tierra para que fueran nuestras auxiliadoras y compañeras incondicionales en el camino.
Gracias, Madre, por ser nuestra compañía en cada momento de nuestras vidas. Porque enjugas nuestras lagrimas con la ternura de tu corazón y nos animas en la oscuridad de nuestras tristezas y dificultades. Porque ríes con nosotros en nuestras Alegrías y felicidades. Gracias por ser la que cierras los ojos únicamente cuando sabes que estamos seguros y en casa, gracias por los momentos en que dices no tener hambre para calmar la nuestra. Gracias por sentir nuestros dolores y tristezas y ser esa sicóloga que sabes con sólo mirarnos cuando estamos tristes o felices.
Gracias te damos Señor, por tantos momentos compartidos al lado de la “heroína” más hermosa y valiente que nos hace ganar mil batallas y es nuestra confidente, y consejera en todo momento. GRACIAS POR MI MADRE SEÑOR. Y… aquellos que ya no podemos tenerla físicamente con ellas, te pedimos que ellas sean tus preferidas al lado de nuestra Madre celestial. Cuánto daríamos por volver a disfrutar de un abrazo, un beso, una mirada... en fin cuánto disfrutaríamos si la pudiéramos volverla a ver, aunque fuera un instante. Un muy feliz y santo día de la Madre para nuestras madres, hermanas, tías, abuelas, amigas. Bendícelas, guárdalas y protégelas. Amén.
Cuchichíenlas, pero ante todo díganles cuánto las quieren y cuan especiales son para cada uno. Una oracioncita en este día por los sacerdotes que procuramos ser Buenos Pastores y guiar por fuentes tranquilas de esperanzas y pastos abundantes de fe y caridad a quienes Tu el Máximo y Buen Pastor nos llamaste un día. Hoy recordamos de manera especial a nuestro santo padre el papa Francisco, que nos enseñó a través de su vida pastoral a llevar ese olor a oveja él nos enseñó con su humildad y sencillez, ser pastores, verdaderos llenos de servicio, disponibilidad y generosidad. Gracias, señor por la vida de nuestro santo padre Francisco, que él esté en el reino de los cielos, pastoreando a todos aquellos que nos han precedido, especialmente nuestras madres. Amén
Feliz domingo, lleno de amor y de ternura.
LAS PALABRAS DE LOS PAPAS
El Evangelio de la Liturgia de hoy nos habla del vínculo que hay entre el Señor y cada uno de nosotros (cfr. Jn 10,27-30). Para hacerlo, Jesús utiliza una imagen tierna, una imagen hermosa, la del pastor que está con las ovejas. Y la explica con tres verbos: «Mis ovejas —dice Jesús— escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (v. 27). Tres verbos: escuchar, conocer, seguir. Veamos estos tres verbos. En primer lugar, las ovejas escuchan la voz del pastor. La iniciativa viene siempre del Señor; todo parte de su gracia: es Él que nos llama a la comunión con Él. Pero esta comunión nace si nosotros nos abrimos a la escucha; si permanecemos sordos no nos puede dar esta comunión. Abrirse a la escucha porque escuchar significa disponibilidad, significa docilidad, significa tiempo dedicado al diálogo. (…) Escuchar a Jesús se convierte así en el camino para descubrir que Él nos conoce. Este es el segundo verbo, que se refiere al buen pastor: Él conoce a sus ovejas. Pero esto no significa solo que sabe muchas cosas sobre nosotros: conocer en sentido bíblico quiere decir también amar. Quiere decir que el Señor, mientras “nos lee dentro”, nos quiere, no nos condena. Si le escuchamos, descubrimos esto, que el Señor nos ama. El camino para descubrir el amor del Señor es escucharlo. (…) Finalmente, el tercer verbo. Las ovejas que escuchan y saben que son conocidas siguen: escuchan, se sienten conocidas por el Señor y siguen al Señor, que es su pastor. Y quien sigue a Cristo, ¿qué hace? Va donde va Él, por el mismo camino, en la misma dirección. (…) se interesa por quien está lejos, se toma en serio las situaciones de quien sufre, sabe llorar con quien llora, tiende la mano al prójimo, se lo carga sobre los hombros. ¿Y yo? ¿Me dejo solo amar por Jesús y del dejarse amar paso a amarlo, a imitarlo? Que la Virgen Santa nos ayude a escuchar a Cristo, a conocerlo cada vez más y a seguirlo en el camino del servicio. Escuchar, conocerlo y seguirlo. (Papa Francisco, Regina Cæli, 8 de mayo de 2022)