Amanecer radiante y lleno de ilusiones con el que contemplamos el nacimiento de un nuevo día; cielo despejado y sol radiante con el que iniciamos nuestras jornadas. Gracias, Señor, por despertarnos sintiendo un corazón lleno de generosidad de servicio y entrega a los demás. Iniciamos nuestra jornada con ánimo y optimismo esperando que todas tus obras sean bendecidas por tu generosidad y amor.
Hoy en tu palabra nos sigues mostrando la imagen bondadosa del Buen Pastor. Te presentas como buen pastor porque: a) das la vida por las ovejas; b) no las abandonas en el peligro; c) porque las conoces y te das a conocer. Te preocupas de nosotros y eres la puerta por la que podemos entrar. Gracias, Señor, por conducirnos a fuentes tranquilas y alimentarnos en verdes praderas de fe y esperanza. Esperamos escuchar tu voz y seguirte incondicional y amorosamente. Que en esta semana que iniciaremos seamos bendecidos en nuestras buenas obras y acciones. Guárdanos y fortalécenos y danos tu santa bendición. Amen.
Una muy feliz y santa semana y un inicio de lunes en el amor. Con mucha fe y optimismo.
Meditación del papa Francisco
Quisiera decir una última cosa, una última cosa. Aquí hay muchos jóvenes. Jóvenes, queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo con el bien. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Hoy digo a todos ustedes: No están solos, la Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento. Todo lo encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, la Madre de todos los pobres del Brasil, y con gran afecto les imparto mi Bendición. Gracias. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).