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11-oct.-2025, sábado de la 27.ª semana del T. O. 

«Bienaventurados, más bien, los que escuchan la palabra de Dios y la guardan»

Amanecer radiante y soleado; nuevo día que nace en este prolongado fin de semana. Por todo lo vivido y experimentado, te amo. Gracias, Señor, porque hemos podido hacer el bien a los demás hemos amado y servido; hemos sentido el agobio de días prolongados, pero gracias a que contamos contigo, hemos salido adelante, amando, sirviendo y fraternizando. 

Un día para pensar en tu palabra y una memoria hermosa al recordar a san Juan XXIII, “el Papa bueno”, cuyo nombre era Angelo Roncalli, nacido en Soto Il Monte en 1881. Su vida episcopal fue importante ya que estuvo en diferentes países que le permitieron conocer la realidad de la Iglesia. Es elegido papá en octubre de 1958. En sus cinco años como sucesor de Pedro el mundo entero pudo ver en él una imagen del buen pastor, humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo. Convocó e inició el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962. Murió el 3 de junio de 1963 el papa Francisco lo canonizó el 27 de abril de 2014. 

Gracias, Señor, por el ejemplo y el testimonio de este hombre sencillo que tuvo una frase muy hermosa: abriendo las ventanas en el Vaticano, dijo: “la Iglesia debe tener un aire nuevo”. Permítenos tener este pensamiento que tuvo san Juan XIII, para decir tus palabras hermosas: “mejor bienaventurados los que escuchan la palabra De Dios y la cumplen”. Bendícenos guárdanos y protégenos en tu amor y tu misericordia. Un muy feliz y santo fin de semana con puente incluido. Los abrazos y los bendigo.

ORACIÓN 

Señor, hoy quiero abrir mi corazón para acoger tu Palabra con la misma fe y docilidad con la que lo hizo la Santísima Virgen María. Ella escuchó tu voz y la guardó en su corazón, convirtiéndose en el modelo perfecto de quien sabe creer y obedecer con amor. Enséñame a no quedarme solo en las palabras, sino a vivir cada enseñanza tuya con fidelidad y entrega. Amén.

PALABRA DEL PAPA

«¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!» (Lc 11,27). Así exclamó «una mujer entre la multitud», deseando expresar su admiración por todo lo que Jesús hizo y enseñó. En sus palabras, la admiración por el Hijo se traslada a la Madre. La mujer es consciente, de manera particular, de que ser hombre, ser «hijo del hombre» (como Jesús solía decir de sí mismo), significa nacer de una mujer, nacer de una madre. […] Esta «mujer entre la multitud» quizá no sepa que, al pronunciar esas palabras, está incluso cumpliendo el anuncio profético de María en el «Magníficat»: «Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones» (Lc 1,48). La «mujer entre la multitud», cuyo grito quedó registrado en el Evangelio de Lucas, pertenece a la primera generación de quienes llamaron «bienaventurada» a la Madre del Redentor. […] Es significativo que a este grito de «una mujer de entre la multitud», Jesús responda: «Bienaventurados, más bien, los que escuchan la palabra de Dios y la guardan» (Lc 11,28). ¿Quizás quiso desviar la atención de su Madre terrena con esta manera? Aparentemente, tal vez. Pero, en esencia, el Hijo de María explicó aún más claramente en su respuesta por qué ella es bienaventurada. Porque su maternidad humana es bienaventurada. De hecho, la frase sobre «los que escuchan la palabra de Dios y la guardan» se refiere por excelencia a ella, a María. ¿No es su propia maternidad el fruto de su «escucha» de la palabra de Dios? ¿No es el fruto de su perfecto «consentimiento» a ella? (San Juan Pablo II – Homilía en la Santa Misa para los Universitarios de Roma, 16 de diciembre de 1987)

Reflexión del Evangelio fue escrita por P. Luis Alberto Tirado Becerril, misionero del Espíritu Santo. 

Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. La dicha de la que habla Jesús es la dicha verdadera, la de los bienaventurados, es la felicidad para la que fuimos creados y ella solo se vive en el encuentro con Cristo y al permitir que su Persona habite en nosotros y actúe a través de nosotros. 

Por eso, solo es verdaderamente dichoso quien lleva a la vida todo lo que Jesús ha revelado de Sí mismo, de la Trinidad y del hombre; es decir, quien vive con Jesús y como Jesús, y esto solo es posible, gracias al influjo y a la luz del Espíritu Santo, que nos permite experimentar la presencia de Dios Padre, que nos abraza y sostiene a través de su maravillosa creación, pues cada uno de nuestros cabellos están contados. 

Y no te olvides de María. Ella, que acompañó y formó el corazón humano de Cristo para que descubriera la verdad de su identidad como Hijo de Dios Padre, es también tu Madre. Por eso es la mejor maestra y compañera que podemos tener en el seguimiento de Cristo, pues su grandeza no está tanto en haber dado a luz a su Hijo, que ya era una gracia maravillosa y fuente de una dicha extraordinaria, sino que su grandeza y su dicha está en haber hecho la voluntad de Dios, en poner en práctica en lo cotidiano lo que iba entendiendo que era el querer de Dios.

Pregunta:

¿Escucho verdaderamente la Palabra de Dios o solo la oigo sin permitir que transforme mi vida?

Cita bíblica del día: "No se contenten con escuchar la Palabra, pónganla en práctica, porque si no, se engañan a ustedes mismos" (Santiago 1,22).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.