Hoy te damos gracias porque al abrir nuestros ojos contemplamos un nuevo horizonte lleno de esperanzas y optimismo que nos da ánimo para emprender nuestras actividades y cumplir tu voluntad.
Elías oró y vinieron las lluvias. La fe puede mover montañas. Dios no abandona a los que confiamos en él y nos da fuerza, que sobrepasa nuestro propio esfuerzo. Gracias, Señor, por la lección de amor y de reconciliación que nos regalas y nos invitas a vivirla. Aparta de nuestro lado la “soberbia y el orgullo” que siempre nos impiden agachar la cabeza y ser humildes para pedir perdón y saber perdonar y nos quedamos con la espina del rencor que nos impide ser felices. Danos un corazón como el tuyo, que sepa llevar la ofrenda de La reconciliación y la unidad. Que nuestra ofrenda sea llevar a tu presencia a los que nos han ofendido o que nos han hecho mal; que podamos orar antes que seguir guardando rencores que sólo mal nos hacen a los que no perdonamos.
Tú desde la cruz pediste al Padre: «perdónalos porque no saben lo que hacen». Nosotros sí lo sabemos y qué hemos de hacer: PERDONAR DE CORAZÓN Y SABER PEDIR PERDÓN.
Hoy, por la intercesión de san Antonio de Padua, llamado el “arca del Testamento”, encontremos caminos de amor de servicio y fidelidad a tu palabra. Gracias te damos Señor por abrir nuestro corazón a tu querer. Amén.
Feliz y reconciliador jueves vocacional para todos.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Para darnos un ejemplo concreto, Jesús se centra en el “rito de la ofrenda”. Al hacer una ofrenda a Dios, se correspondía a la gratuidad de sus dones. Hacer una ofrenda para corresponder simbólicamente —digámoslo así— a la gratuidad de sus dones, era un rito muy importante, tan importante que estaba prohibido interrumpirlo salvo por motivos graves. Pero Jesús afirma que hay que interrumpirlo si un hermano tiene algo contra nosotros, para ir primero a reconciliarnos con él (cf. vv. 23-24): solo entonces se cumple el rito. (…) Así hay cumplimiento a los ojos de Dios, de lo contrario la observancia externa, puramente ritualista, es inútil, se convierte en una ficción. En otras palabras, Jesús nos hace comprender que las reglas religiosas son útiles, son buenas, pero son solo el inicio: para darles cumplimiento, es necesario ir más allá de la letra y vivir su sentido. Los mandamientos que Dios nos ha dado no deben encerrarse en la caja fuerte asfixiante de la observancia formal, pues de lo contrario nos quedamos en una religiosidad externa y desapegada, siervos de un “dios amo” en lugar de hijos de Dios Padre. Jesús quiere esto, que no tengamos la idea de servir a un Dios amo, sino al Padre, y por esto es necesario ir más allá de la letra. (Ángelus, 12 de febrero de 2023)