Un nuevo día para bendecirte y darte gracias, para glorificarte y sobre todo para iniciar una nueva jornada que nos regalas en este día. Queremos señor que nos ilumines y llenes nuestros corazones de sentimientos de amor y de servicio, de generosidad y ante todo de humildad y de bondad. Hoy nos enseñas lo que significa la verdadera fidelidad, tu fidelidad al Padre y hacia nosotros. Nuestra respuesta no puede ser otra que responder fielmente a tu Palabra y vivir en comunión de vida, cercanos a ti. Sabiamente nos das tu palabra por medio de Isaías que nos dice “en tiempo de gracia te he respondido”. Tú siempre nos respondes y llenas nuestros corazones de esperanza. Danos la capacidad de responder a tus palabras siendo verdaderos discípulos de servicio y entrega y ante todo con espíritu de solidaridad y fraternidad. Nuestras acciones, obras, palabras, gestos… ¿son las que vienen de las enseñanzas del Padre? Que nuestro interrogante sea resuelto para decirte como tú mismo lo dijiste: “No he venido a hacer mi voluntad, sino la del que me ha enviado”. Ilumínanos con tu Espíritu para abrir nuestro corazón, escuchar tu palabra y reconocerte como fuente de vida eterna, que tienes poder para dar vida a los muertos y comunicar tu amor. Feliz y fraternal miércoles, con sentimientos esperanzadores y ante todo bendecidos por tu amor.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Será Jesús, Señor, quien resucitará en el último día a quienes hayan creído en Él. Jesús vino entre nosotros, se hizo hombre como nosotros en todo, menos en el pecado; de este modo nos tomó consigo en su camino de regreso al Padre. Él, el Verbo encarnado, muerto por nosotros y resucitado, dona a sus discípulos el Espíritu Santo como anticipo de la plena comunión en su Reino glorioso, que esperamos vigilantes. Esta espera es la fuente y la razón de nuestra esperanza: una esperanza que, si se cultiva y se custodia, —nuestra esperanza, si nosotros la cultivamos y la custodiamos— se convierte en luz para iluminar nuestra historia personal y también la historia comunitaria. Recordémoslo siempre: somos discípulos de Aquél que vino, que viene cada día y vendrá al final. Si lográsemos tener más presente esta realidad, estaremos menos cansados de lo cotidiano, menos prisioneros de lo efímero y más dispuestos a caminar con corazón misericordioso por el camino de la salvación. (Audiencia general, 4 de diciembre 2013)
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «Cristo, al morir, tuvo que acatar la ley del sepulcro, al resucitar, en cambio, la derogó, hasta tal punto que echó por tierra la perpetuidad de la muerte y la convirtió de eterna en temporal, ya que, si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida» (san León Magno).
* «Cristo es un juez divino con un corazón humano, un juez que desea dar la vida. Sólo el empecinamiento impenitente en el mal puede impedirle hacer este don, por el cual Él no dudó en afrontar la muerte» (san Juan Pablo II).
* «Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo (…). El Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar y para dar la vida que hay en Él. Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo; y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 679).