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15-jun.-2024, sábado de la 10.ª semana del Tiempo Ordinario

«LA VERDAD OS HARÁ LIBRES»

Bendecida mañana y agradable amanecer que nos regalas por tu generosidad y tu bondad generosas. Hoy surgen interrogantes: ¿Por qué exigimos que en ocasiones especiales una afirmación determinada sea respaldada por un juramento? ¿Acaso es que se duda, el uno del otro, de su sinceridad y veracidad, particularmente cuando se trata de algo importante? Y si Tú eres invocado como testigo de la verdad, ¿se jura siempre realmente la verdad? Siempre tendríamos que ser de fiar sin necesidad de prestar juramentos. Siempre habríamos de querer significar lo que realmente decimos. Hoy te pedimos nos ayudes a cambiar nuestras actitudes negativas y de desconfianza, así como tú confías plenamente en nosotros. Tú nos señalas el amor a la verdad como algo que debe reflejarse en nuestro diario vivir y condenas el juramento porque de algún modo está ligado a la mentira, el que jura necesita demostrar que no miente. Ayúdanos a ser sinceros desde el corazón y demostrar con nuestra mirada que andamos en la verdad. Gracias por este descanso que nos regalas y que nos animará para seguir adelante con nuevas fuerzas y sentimientos de sinceridad. Amén.

A Nuestra Madre la Virgencita nos encomendamos. 

Feliz y santo fin de semana. Un sábado de sinceridad. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

«“Sí, sí”, “No, no”; Todo lo que se dice de más, procede del Maligno» (Mt 5,37). Las medias verdades, los discursos sutiles que buscan engañar al prójimo, las reticencias que ocultan las verdaderas intenciones no son actitudes acordes con la justicia. La persona justa es recta, sencilla y directa, no usa máscaras, se presenta tal como es, dice la verdad. En sus labios se encuentra a menudo la palabra "gracias": sabe que, por más que nos esforcemos para ser generosos, estamos siempre en deuda con nuestro prójimo. Si amamos es también porque hemos sido amados primero. En la tradición se pueden encontrar innumerables descripciones de la persona justa. Veamos algunas de ellas. La persona justa venera las leyes y las respeta, sabiendo que son una barrera que protege a los indefensos de la arrogancia de los poderosos. La persona justa no sólo se preocupa por su bienestar individual, sino que quiere el bien de toda la sociedad. Por eso, no cede a la tentación de pensar sólo en sí mismo y de ocuparse de sus propios asuntos, por legítimos que sean, como si fueran lo único que existe en el mundo. (…) El justo mantiene la palabra dada, devuelve lo que ha recibido prestado, reconoce un salario justo a los trabajadores: la persona que no reconoce el justo salario a los trabajadores no es justa, es injusta. Nadie sabe si en nuestro mundo las personas justas son numerosas o escasas como perlas preciosas. Sin embargo, son personas que atraen gracia y bendiciones tanto sobre sí mismas como sobre el mundo en el que viven. Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino personas rectas que "tienen hambre y sed de justicia" (Mt 5,6). (Audiencia General, 3 de abril de 2024)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.