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16-mar.-2024, sábado 4.º de Cuaresma

“A ti he confiado mi causa”

Hoy, Señor, nos llenas de fortaleza y esperanza. Si miramos nuestra vida, veremos muchos momentos de dificultades, pero también podemos ver la confianza que hemos depositado en ti y cómo nos has librado.

¿Cuántas veces en el desánimo, en la desesperanza e incluso en la incertidumbre, hemos visto tus señales y hemos dado la vuelta en nuestras vidas? ¿Cuántas veces no hemos pensado en abandonar todo porque las cosas no salieron como esperábamos, pero sentimos desde dentro que tú nos sacabas de la desilusión y seguimos adelante? Hemos tenido desilusiones, momentos de angustia, de miedo y de tristeza, pero hemos salido adelante, porque hemos confiado en ti, Señor.

Es lo que la primera lectura nos deja en la experiencia de Jeremías: “a ti he confiado mi causa”. Para nosotros, Señor, lo más importante es no perder la confianza en ti ni dejarnos dominar por negativismos y pesimismos pasajeros y, por el contrario, contando siempre con tu presencia y auxilio, todo lo que realizaremos sea para glorificarte y reanimarnos. Al término de la semana lo único que nos queda es darte gracias por todo lo bueno, por tu misericordia y bondad que fueron nuestro aliciente para realizar nuestras obras y sentir la alegría de haberlas realizado. Concédenos un grato descanso sin olvidarnos espiritualmente de darte continuas gracias por todo lo que nos conceded y nos concederás. Amén.

Muy feliz y reparador descanso, vivido en armonía y unidad. Bendícenos, guárdanos y protégenos con tu Santa Bendición.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

* «El Verbo de Dios se hizo hombre y el Hijo de Dios se hizo Hijo del hombre para que el hombre, unido íntimamente al Verbo de Dios, se hiciera hijo de Dios por adopción» (san Ireneo de Lyon).

* «En la raíz del misterio de la salvación está, en efecto, la voluntad de un Dios misericordioso, que no se quiere rendir ante la incomprensión, la culpa y la miseria del hombre» (Francisco)

* «Entre las autoridades religiosas de Jerusalén, no solamente el fariseo Nicodemo o el notable José de Arimatea eran en secreto discípulos de Jesús, sino que durante mucho tiempo hubo disensiones a propósito de Él hasta el punto de que en la misma víspera de su pasión, san Juan pudo decir de ellos que ‘un buen número creyó en él’, aunque de una manera muy imperfecta (Jn 12,42). Eso no tiene nada de extraño si se considera que al día siguiente de Pentecostés ‘multitud de sacerdotes iban aceptando la fe’ (Hch 6,7) y que ‘algunos de la secta de los Fariseos... habían abrazado la fe’ (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 595)

 

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.