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17-abr.-2024, miércoles de la 3.ª semana de Pascua

QUE HOY TENGAMOS HAMBRE Y SED DE TI

Miércoles

A ti, Señor, te damos gracias y bendecimos la grandeza de tu amor y misericordia, tu generosa bondad en este nuevo y hermoso día que nos regalas. Haz que brille la luz de tu rostro para cada uno de nosotros. Tú eres nuestro Dios y Señor, siempre fiel en todo momento, en la felicidad y la tristeza, en la soledad y en la alegría y permaneces a nuestro lado, aun cuando no nos demos cuenta de tu presencia.

Danos una ilimitada confianza en ti y haznos cada vez más conscientes de que tú eres el sentido de nuestras vidas y que nos nutres con el pan de ti mismo. No permitas que nos dejemos llevar por el desánimo, cuando veamos en los demás oídos sordos a tus enseñanzas. Ayúdanos a ser constantes y consecuentes para que nuestro testimonio de vida sea tan efectivo como la predicación de Felipe y haz que la vida se llene de alegría.

Que hoy nuestro granito de arena sea llevar alegría y felicidad y que llenos de ti tengamos vida en abundancia y una sed saciada porque creemos en ti. Bendícenos y guíanos e inspíranos con tu espíritu para vivir la plenitud de tu amor. Tus palabras sean nuestras palabras: «porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado».

eliz y saciado miércoles en el amor de Dios.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

* «Señor, haz de mí lo que Te agrade. No Te pongo ningún impedimento ni restricción, porque Tú eres todo mi deleite y el amor de mi alma. Y yo, igualmente, derramo ante Ti el torrente de mis confidencias» (santa Faustina Kowalska)

* «Sólo quien es Dios, ve a Dios, y éste es Jesús. Él habla realmente a partir de la visión del Padre, a partir del diálogo permanente con el Padre, un diálogo que es su vida» (Benedicto XVI)

* «El Hijo de Dios ‘bajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado’ (Jn 6,38), ‘al entrar en este mundo, dice: (...) He aquí que vengo (…) para hacer, oh Dios, tu voluntad’. En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 606)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.