Buen día para todos. Con optimismo y bendecidos en amor, iniciemos esta jornada.
Oh, Señor, que nuestras buenas acciones y pensamientos positivos sean nuestro aliciente de manera que sintamos la felicidad de darte gracias por un nuevo día radiante de luz. ¡No permitas que nos cansemos de hacer el bien! Haznos comprender que nuestra misión se resume en vivir tu amor mediante la práctica auténtica y generosa de la caridad y nuestro servicio. Ayúdanos a comprender que nuestra tarea no es otra que la de predicar y dar a conocer tu amor. Danos la fuerza para empeñarnos en esta tarea sin distraernos con otras cosas. sigamos siendo verdaderos testimonios de entrega, disponibilidad y generosidad para llevar tu Don de Dios, tomando parte en los duros, pero agradables trabajos del Evangelio, no importando el día o la hora sino con disponibilidad y cariño. Tú nos dices que eres Señor del sábado, danos la gracia de nuestra disponibilidad, para ser discípulos obedientes y disponibles. Queremos alabarte en todo tiempo y momento. Nos consagramos para hacer lo agradable a tus ojos. San Agustín nos dice: «Ama y haz lo que quieras». ¿Lo hemos entendido bien, o todavía la obsesión por aquello que es secundario ahoga el amor que hay que poner en todo lo que hacemos? Trabajar, perdonar, corregir, cuidar a los enfermos, ¿lo hacemos porque toca o por amor de Dios? Ojalá que estas consideraciones nos ayuden a realizar todas nuestras obras con el amor que tú has puesto en nuestros corazones, precisamente para que te podamos amar. Que, bendecidos en tu amor, hagamos de este martes, un día muy agradable y fraterno.
Abrazos y bendiciones.
