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18-jun.-2025, miércoles de la 11.ª semana del T. O.

En la raíz del diálogo con Dios hay un diálogo silencioso...: el hombre y Dios cruzan la mirada, y esto es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios, esto es rezar.

Nos regalas en tu palabra una muestra de tu generosidad y de tu amor. Tú y Pablo nos hablan hoy sobre el compartir sincero y generoso. Para Pablo los que dan y comparten generosamente y con espontaneidad son ministros de la bondad de Dios; dan gracias a Dios por lo que ellos mismos han recibido y se enriquecen todavía más al compartir. 

La limosna, la oración y el ayuno deben hacerse para honrar a Dios, no para complacerse en sí mismo o para ser admirado y aplaudido por los demás. Qué hermoso es compartir lo mucho o lo poco que tenemos porque es una alegría el dar y el corazón se llena de felicidad al sentir que lo que Tú nos has enseñado lo estamos practicando. La oración, la limosna y el ayuno los hacemos desde el corazón porque te amamos, Señor. Tú, Señor, bendices y multiplicas la generosidad de nuestro corazón. Enséñanos a sembrar generosamente para poder cosechar también generosamente; enséñanos a amar con todas las fuerzas de nuestro corazón para ser amados como tú nos amas. 

EL SEÑOR BENDICE Y MULTIPLICA LA GENEROSIDAD DEL CORAZÓN. Que este miércoles sea propicio para ser generosos desde el corazón y con el corazón. Abrazos y bendiciones. 

LAS PALABRAS DE LOS PAPAS

… cuando reces, entra en el silencio de tu habitación, retírate del mundo y dirígete a Dios llamándolo «¡Padre!». Jesús quiere que sus discípulos no sean como los hipócritas que rezan de pie en las plazas para que los admire la gente (cf. Mateo 6, 5). Jesús no quiere hipocresía. La verdadera oración es la que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable, visible solo para Dios. Dios y yo. Esa oración huye de la falsedad: ante Dios es imposible fingir. Es imposible, ante Dios no hay truco que valga, Dios nos conoce así, desnudos en la conciencia y no se puede fingir. En la raíz del diálogo con Dios hay un diálogo silencioso, como el cruce de miradas entre dos personas que se aman: el hombre y Dios cruzan la mirada, y esto es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios, esto es rezar. «Pero, padre, yo no digo palabras…». Mira a Dios y déjate mirar por Él: es una oración. (Papa Francisco - Audiencia general, 13 de febrero de 2019)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.