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18-nov.-2023, sábado de la 32.ª semana del Tiempo Ordinario

Que nuestra oración llegue hoy a ti como un aliento de esperanza y un grito de confianza que brotan de la sinceridad de nuestros corazones.

Al clarear de este día se alegra nuestro corazón y se fortalece nuestro espíritu porque sigues presente en nuestras vidas. Has acompañado nuestro sueño y ahora nos invitas a retomar nuestras actividades y hacerlo sabiendo que serán bendecidas en tu amor y en tu bondad. Que hoy te glorifiquemos en lo que realizaremos.

Señor, Sabemos que estás atento a nosotros en cada momento de nuestras vidas. Que nuestra oración llegue hoy a ti como un aliento de esperanza y un grito de confianza que brotan de la sinceridad de nuestros corazones. Sabemos que siempre nos das cosas buenas y, si alguna vez tienes que negar nuestra plegaria cuando pedimos cosas inconvenientes o inútiles, que recibamos lo que realmente necesitamos; y guarda viva nuestra confianza de que tú eres bueno y cariñoso con nosotros y que todo lo que pedimos en tu nombre se nos concede. Nuestras súplicas se eleven a ti y nos concedas incluso aquello que no nos atrevemos a pedir, que en ningún momento nos desanimemos y seamos conscientes que todo nos lo concederás no al instante pero sí cuando tú lo quieras y veas que es lo que más nos conviene. Permítenos recordar siempre que: “tus caminos no son nuestros caminos y tus pensamientos no son nuestros pensamientos”. Sea este sábado un día para descansar los que puedan, pero ante todo para dar gracias a Dios por todo lo recibido, lo realizado y lo que quedó por realizar.

Oremos y pidamos sin desanimarnos. Dios nos concede incluso lo que no nos atrevemos a pedir. ¿Nuestra oración es constante y perseverante? Feliz fin de semana bendecidos en su amor.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Es una pregunta seria. Imaginemos que el Señor viene hoy a la tierra: vería, lamentablemente, muchas guerras, mucha pobreza, muchas desigualdades, y al mismo tiempo grandes conquistas de la técnica, medios modernos y gente que va siempre deprisa, sin detenerse nunca; ¿pero encontraría quien le dedique tiempo y afecto, quien lo ponga en el primer lugar? Y sobre todo preguntémonos: ¿qué encontraría en mí el Señor si viniera hoy, qué encontraría en mí, en mi vida, en mi corazón? ¿Qué prioridades de mi vida vería? Nosotros, a menudo, nos concentramos sobre muchas cosas urgentes, pero no necesarias, nos ocupamos y nos preocupamos de muchas realidades secundarias; y quizá, sin darnos cuenta, descuidamos lo que más cuenta y dejamos que nuestro amor por Dios se vaya enfriando, se enfríe poco a poco. Hoy Jesús nos ofrece el remedio para calentar una fe tibia. ¿Y cuál es el remedio? La oración. La oración es la medicina de la fe, el reconstituyente del alma. Pero es necesario que sea una oración constante. ¡Cuántas veces mandamos “mensajes” a las personas a las que queremos! Hagámoslo también con el Señor, para que el corazón permanezca conectado a Él. Y no nos olvidemos de leer sus respuestas. El Señor responde, siempre. ¿Dónde las encontramos? En el Evangelio, que hay que tenerlo siempre a mano y abrir cada día algunas veces, para recibir una Palabra de vida dirigida a nosotros. (Ángelus, 16 octubre 2022)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.