En el inicio de un nuevo día que comienza a transcurrir, en el que iremos a nuestras labores cotidianas, te damos gracias y depositamos nuestra confianza en ti, “porque nada es imposible para ti”. Señor, tú te hiciste carne y te has metido completamente en nuestras vidas y nuestra historia para hacerlas tuyas, para que te encontremos en los acontecimientos de nuestro diario vivir. Has asumido nuestra debilidad para elevar y fortalecer nuestra carne. Ahora es una «carne» divinizada, habitada por el Espíritu, consagrada desde nuestro bautismo.
En ti comienza una nueva vida, porque nos haces Hijos y herederos. Y «comer tu carne» significa que aceptamos y asumimos seguirte incondicionalmente; significa también que nos vamos transformando en ti, en Cuerpo y Carne tuyos —tal como afirma el apóstol Pablo: “ya no soy yo el que vive, sino Cristo que vive en mí”—; significa que nosotros también aceptamos ser pan que se entrega para que otros se alimenten —siguiendo tu mandato: “Haced esto en memoria mía”—; significa que aceptamos la entrega y el sacrificio, a ejemplo de Pablo cuando lo hiciste tú discípulo; y significa que, si nosotros somos tu Cuerpo —ya que Tú eres la Cabeza— debemos vivir como comunidad fraterna, unidos en el amor y los buenos sentimientos.
Pablo te encontró y se transformó en una persona totalmente nueva, completamente cambiada. Ayúdanos a que nuestro encuentro contigo produzca la misma transformación que en él para que vivas plenamente en nosotros y envíanos a cumplir tu voluntad, ya que tú nos dices hoy: «Los que comen mi carne y beben mi sangre viven en mí y yo en ellos».
Un muy feliz y santificado viernes llenos del amor de Dios y dispuestos a dar testimonio.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «El mismo Creador y Señor de la naturaleza, que hace que la tierra produzca pan, hace también del pan su propio cuerpo (porque así lo prometió y tiene poder para hacerlo), y el que convirtió el agua en vino hace del vino su sangre. ¡Es la Pascua del Señor!» (san Gaudencio de Brescia)
* «La Eucaristía sigue siendo ‘signo de contradicción’ y no puede menos de serlo, porque un Dios que se hace carne y se sacrifica por la vida del mundo pone en crisis la sabiduría de los hombres» (Benedicto XVI)
* «El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: ‘En verdad en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros’ (Jn 6,53)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1384)