Segundo día de nuestro mes en nuestra semana; abrimos las cortinas para contemplar un nuevo amanecer y un nuevo rumbo que lo iniciamos hoy. No sabemos cómo va a ser nuestro día; puede ser soleado o momento de tormenta, pero lo único que tenemos es confianza en ti; vamos con plena certeza a iniciar nuestras actividades y tenemos muy en cuenta tus palabras: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?»
Nuestra respuesta será: no tenemos miedo Señor, porque vamos contigo; perdónanos los momentos en que nuestra fe decae. Por eso te pedimos: ¡Señor, auméntanos la fe!
Hoy salimos, como tus discípulos, a llevar una palabra de aliento y de calma a quien ve que su vida se hunde en medio de las tempestades y sacudidas de lo cotidiano; confiamos y esperamos en ti porque tu palabra es llena de autoridad y por eso te pedimos que nos des tu Santo Espíritu para fortalecernos y cumplir tu santa voluntad. Amén.
Nuestro martes sea lleno de bendiciones, optimismo, fraternidad y solidaridad para ir con alegría a servir y amar a nuestros hermanos. Recordemos que el Único que calma las tempestades y tormentas es el Señor. Los abrazo y los bendigo.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Incluso antes de que nosotros empecemos a buscarlo, Él está presente junto a nosotros. Y levantándonos de nuestras caídas, nos hace crecer en la fe. Quizá nosotros, en la oscuridad, gritamos: “¡Señor! ¡Señor!”, pensando que está lejos. Y Él dice: “¡Estoy aquí!”. ¡Ah, estaba conmigo! Así es el Señor. La barca a merced de la tormenta es la imagen de la Iglesia, que en todas las épocas encuentra vientos contrarios, a veces pruebas muy duras: pensemos en ciertas persecuciones largas y amargas del siglo pasado, y también hoy, en algunas partes. En esas situaciones, puede tener la tentación de pensar que Dios la ha abandonado. Pero en realidad es precisamente en esos momentos que resplandece más el testimonio de la fe, el testimonio del amor, el testimonio de la esperanza. Es la presencia de Cristo resucitado en su Iglesia que dona la gracia del testimonio hasta el martirio, del que brotan nuevos cristianos y frutos de reconciliación y de paz por el mundo entero. (Ángelus, 9 de agosto de 2020)