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2-jun.-2024, domingo de la 9.ª semana del Tiempo Ordinario

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Buen momento, Señor, ahora que la noche ha pasado y nos ilumina un nuevo despertar, nos ponemos en tus manos bondadosas y misericordiosas y te pedimos la gracia de tu compañía en este día.

Y ahora danos la capacidad y el espíritu de sabiduría para meditar tu palabra. Desde el primer momento, tus discípulos comprendieron que las comidas que habían celebrado contigo, no habían sido simples comidas. Habían sido algo más. Especialmente, la última cena que celebraste con ellos tuvo un significado especial, no sólo porque fue un momento de tu despedida, sino porque, además, al repartir el pan y el vino entre tus discípulos, habías hecho, de aquel compartir, el signo de tu cuerpo y de tu sangre. Y les dijiste que tu entrega sería el signo de la Nueva Alianza que el Padre celestial iba a hacer con la humanidad. Aquella entrega se simbolizaba en la entrega del pan y el vino. Tú te haces presente dondequiera que haya quienes te acojan y te permitan ser uno de ellos. Danos la gracia de encontrarte a ti en nuestros hermanos. Que seas hoy para nosotros nuestro pan de fidelidad y el vino de vida y alegría, para que tú seas nuestro Dios.

Tú nos has unido a ti mismo por tu cuerpo y tu sangre en un destino común. Acepta nuestra acción de gracias y, ya que somos uno en tu Hijo, haznos compartir los unos con los otros el pan de nosotros mismos y compartir entre todos el vino del sano compañerismo y de la esperanza; así podremos peregrinar juntos hacia ti. 

Bendícenos en este día en que te adoramos realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Buen domingo inspirado en el amor y el servicio. 

BENDITO ALABADO Y ADORADO SEA JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR. 

EA PARA SIEMPRE BENDITO ALABADO Y ADORADO. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

La Eucaristía sana porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con el bien. Nos da el valor de salir de nosotros mismos y de inclinarnos con amor hacia la fragilidad de los demás. Como hace Dios con nosotros. Esta es la lógica de la Eucaristía: recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades. Y esto durante toda la vida. (...) Y nos dicen que Jesús al nacer se hizo compañero de viaje en la vida. Después, en la cena, se dio como alimento. Luego, en la cruz, en su muerte, se hizo “precio”: pagó por nosotros. Y ahora, reinando en los Cielos es nuestro premio, que vamos a buscar, el que nos espera. Que la Santísima Virgen, en quien Dios se hizo carne, nos ayude a acoger con corazón agradecido el don de la Eucaristía y a hacer también de nuestra vida un don. Que la Eucaristía nos haga un don para todos los demás. (Ángelus, 6 de junio de 2021)

ORACIÓN 

¡Oh, Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón! heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.

Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.

Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.

Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.

Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos. Amén.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.