Se alejan las sombras de la noche y el clarear de un nuevo día que bondadosamente nos regalas nos anuncia que es hora de levantarnos y darte gracias.
En tu palabra nos das hoy una lección sobre la oración. La razón y base de nuestra oración no habría de ser solamente que necesitamos conseguir algo del Padre; tampoco habríamos de pensar que nuestra oración es más poderosa cuando usamos muchísimas palabras. Oramos porque Tú nos pides que oremos, porque tenemos confianza en nuestro Padre, que conoce lo que necesitamos aun antes de pedírselo. En nuestra lista de oración de petición habríamos de poner en primer lugar las cosas más importantes, como son: Dios y su Reino —que se manifiesta por medio del pan, del perdón y la protección—. Todo lo demás “se nos dará por añadidura”. El Padre conoce nuestras necesidades porque tú eres nuestro apoyo en que nos amparamos y sabes de nuestras necesidades: necesidad de amar y ser amados, de escuchar y ser escuchados, necesidad de servir, de tener el don de la salud para nosotros mismos y nuestros hermanos, necesidad de unión en nuestros hogares, …. en fin, Señor, todo ese torrente que traemos en nuestros corazones y que muchas veces no sabemos y no nos atrevemos a pedir. Pero más que pedir, te damos gracias por enseñarnos el verdadero poder y valor de la oración y que nunca dejaremos de ser escuchados. Ayúdanos a no decaer en nuestra oración y —ante todo— regálanos el don de la paciencia y la comprensión para saber que el Padre nos da lo que nos conviene. Tu presencia y amor nos ayuden hoy en nuestras ilusiones y esperanzas de este día.
Tus caminos no son nuestros caminos y tus pensamientos no son nuestros pensamientos. Acepta nuestra humilde oración. Que no sea nuestra voluntad sino la tuya.
Un feliz, confiado y vocacional jueves para todos. Bendecidos en el amor de Dios.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Aquí está la matriz de toda oración cristiana, —diría de toda oración humana— que está siempre hecha, por un lado, de la contemplación de Dios, de su misterio, de su belleza y bondad, y, por el otro, de sincera y valiente petición de lo que necesitamos para vivir, y vivir bien. Así, en su simplicidad y en su esencialidad, el «Padre Nuestro» educa a quienes le ruegan a no multiplicar palabras vanas, porque, como dice el mismo Jesús, «vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo» (Mateo, 6, 8). (…) El primer paso en la oración cristiana es, por lo tanto, la entrega de nosotros mismos a Dios, a su providencia. Es como decir: «Señor, tú lo sabes todo, ni siquiera hace falta que te cuente mi dolor, solo te pido que te quedes aquí a mi lado: eres Tú mi esperanza». (Audiencia General, 27 de febrero de 2019)