Nuevamente gracias, Señor, por una semana que estamos iniciando, un día para llenarnos de optimismo, de fe y alegría y saber que será esplendorosa porque la colocamos en tus manos. Emprendemos nuestras labores, deseando que todo salga bien. Iniciamos nuestra oración con esperanza y puestos en tus manos, con la seguridad y plena confianza de que serás nuestra grata compañía. Ahora, permítenos profundizar en nuestra oración y reflexión cumpliendo tu santa voluntad.
Señor, podríamos elevar nuestra petición y decir: “que veamos de nuevo”, porque estamos ciegos al amor que nos muestras en la gente que nos rodea. Que veamos de nuevo, porque estamos ciegos a tu bondad y a la belleza que nos revelas en tu creación y en los acontecimientos de la vida. Que nosotros también oigamos de tus labios: “Tu fe te ha salvado”.
Hoy te pedimos que tus ojos sean nuestros ojos, pero ante todo Señor, que mires los ojos de los niños que están abiertos a la vida; mira también los ojos de los que estamos llenos de esperanza, de los que creemos en tu futuro esperanzador; llénanos con tu luz. Señor, cambia los ojos llenos de odio o desprecio de los que se sienten frustrados en la vida; mira la alegría en los ojos de los que queremos amar, mira los ojos de los que sufren; has que con ojos abiertos los miremos con bondad. No permitas que ocultemos su luz o que ensombrezcamos las vidas de nuestros hermanos. Danos unos ojos claros y limpios; haz que seamos luz para los que viven sin conciencia ni esperanza. Aparta nuestras cegueras y que miremos a nuestros hermanos y les ayudemos también a suplicarte. Que no seamos obstáculo.