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21-jun.-2025, sábado de la 11.ª semana del T. O.

«Muy a gusto presumo de mis debilidades porque así residirá en mí la fuerza de Cristo... Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Cor 12, 9-

Hermoso amanecer el que nos regalas en este prolongado fin de semana para alabarte y bendecirte. Gracias por esta semana que estamos terminando y que ha resultado ser muy productiva gracias a tus bendiciones. Concédenos que podamos realizar lo que nos queda pendiente. Todo lo colocamos en tus manos. 

Danos el don de la paciencia, ya que con demasiada frecuencia nos inquietamos y preocupamos mucho más de lo que debiéramos por cosas que, después de todo, no tienen mucha importancia. ¿Acaso nuestros miedos e inquietudes no proceden —la mayoría de las veces— de atormentarnos con cosas y acontecimientos del futuro que normalmente no tienen fundamento? Estamos confiadamente en tus manos y en las manos del Padre celestial. Él, que cuida de los pájaros del cielo, nos cuida también a nosotros y conoce lo que necesitamos. Preocupémonos por hacer de su Reino una realidad entre nosotros. Esto es lo realmente importante. Muchas veces nuestras preocupaciones nos alejan de tu amor y nos enceguecen, porque creemos que tenemos la fuerza para confiar en nuestras propias capacidades y nos olvidamos de Ti y del Padre, que es de donde viene toda riqueza y sabiduría. Danos la gracia de tu amor para comprender como Pablo, que en las debilidades es donde más fuertes nos volvemos. Que no nos agobiemos por preocupaciones que no tienen sentido, ya que en Ti confiamos, en Ti esperamos y en tu amor descansamos. Amén. 

Bendecido fin de semana. ¡¡¡¡SIN PREOCUPACIONES!!!! 

LAS PALABRAS DE LOS PAPAS

«Muy a gusto presumo de mis debilidades porque así residirá en mí la fuerza de Cristo... Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Cor 12, 9-10). Así escribe de sí mismo hombre que experimentó personalmente y de modo particular el poder de la gracia de Dios. Orando en medio de las dificultades de la vida, oyó estas palabras del Señor: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad» (2 Cor 12, 9). La oración es la primera y fundamental condición de la colaboración con la gracia de Dios. Es menester orar para obtener la gracia de Dios y se necesita orar para poder cooperar con la gracia de Dios. Este es el ritmo auténtico de la vida interior del cristiano. El Señor nos habla a cada uno como habló al Apóstol: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad». (San Juan Pablo II – Ángelus, 4 de julio de 1982)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.