Pasar al contenido principal

21-mar.-2023, martes de la 4.ª semana Cuaresma

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar»

Cuaresma 2023-28

 

«El agua fluye desde el Templo y convierte a la tierra en un fértil paraíso, llevando salud y vida», dice Ezequiel. Gracias, Señor, por este nuevo día, por la salud y el bienestar con el que nos levantamos, por el optimismo y la esperanza para iniciar nuestras labores. Por tu palabra que nos muestra el camino a seguir.

Encontrarnos contigo, significa conseguir perdón, salud y vida. Tú has saciado nuestra sed de vida con el agua del bautismo y sigues transformando el desierto de nuestras vidas áridas y todo lo demás, en un paraíso de paz y alegría para que demos frutos de santidad, justicia y amor. Hoy miras al paralítico y sientes compasión de este hombre que vive desilusionado al no encontrar ayuda, pero lo llenas de esperanza con tu palabra: «levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Qué hermoso lenguaje y el sentido de lo que hay en él. La camilla todavía nos ata a nuestra parálisis, pero lo que dices es: en esta camilla no hay más parálisis; libérate de la camilla y de tu parálisis, echa a andar, ve a dar testimonio y mira lo que he hecho en ti. A partir de ello nos preguntamos: ¿De qué parálisis quieres librarnos? ¿Ayudamos a otros que se acercan a la piscina? ¿Seremos capaces de movernos por sí solos o buscamos tu ayuda, Señor?

Gracias por liberarnos de lo que nos ata y no nos deja ser felices, puesto que la verdadera felicidad es saber que no hay más prisiones, somos libres para amar y servir. No podemos olvidar lo que Ezequiel nos dice en la profecía: el torrente de agua representa a la fuente misma de la vida que va transformando, saneando y llenando de vitalidad todo lo que encuentra a su paso.

Permítenos iniciar nuestras labores ayudando al que lo necesita y confiemos en tu amor. Amén.

Feliz y solidario martes e inicio de actividades laborales en esta corta semana.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Nos hace pensar la actitud de este hombre. ¿Estaba enfermo? Sí, tal vez tenía alguna parálisis, pero parece que podía caminar un poco. Pero estaba enfermo en su corazón, estaba enfermo en su alma, estaba enfermo de pesimismo, estaba enfermo de tristeza, estaba enfermo de pereza. Esta es la enfermedad de este hombre: “Sí, quiero vivir, pero...”, se quedaba allí. Y su respuesta no es: “¡Sí, quiero curarme!”. No, es quejarse: “Los otros llegan antes, siempre los otros”. La respuesta a la oferta de sanación de Jesús es una queja contra los demás. Y así, treinta y ocho años, lamentándose de los demás. Y no haciendo nada para sanar. [...] «Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Mira, has sido curado; no vuelvas a pecar, no sea que te acaezca algo peor» (v. 14). El hombre estaba en pecado[...]: el pecado de sobrevivir y lamentarse de la vida de los demás; el pecado de la tristeza que es la semilla del diablo, de esa incapacidad de tomar una decisión sobre la propia vida, y mirar la vida de los demás para lamentarse. [...] pensemos también en nosotros, si uno de nosotros está en el peligro de caer en esta pereza, en este pecado “neutral”: el pecado del neutro es éste, ni blanco ni negro, no se sabe qué es. Y este es un pecado que el diablo puede usar para aniquilar nuestra vida espiritual y también nuestras vidas como personas. (Homilía del 24 de marzo de 2020)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda pbro.