Al despertar y contemplar un nuevo amanecer, qué bueno darte gracias y levantarnos para alabarte y bendecirte. Permítenos que, al iniciar nuestras labores, seamos llenos de generosidad y bendiciones, para que nuestro camino sea perfecto y al caer de la tarde nuestro corazón esté agradecido por todo lo que recibiremos de tu bondad. No permitas que caigamos en pesimismos o actitudes negativas que nos impidan compartir felicidad y alegría. En ocasiones, Señor, nos cuesta reconocer que tú estás presente en medio de nosotros en los días en que nuestra vida parece monótona y gris, y cuando nos impacientamos con nosotros mismos. Danos una fe confiada de que tú estás aquí, para darnos esperanza en tu futuro prometido. Ayúdanos a ser conscientes, de que estás unido a nosotros y compartes nuestro destino. Danos la fe de Abraham, que se confió plenamente a Dios, y que la nueva alianza que sellaste con tu entrega generosa nos ayude a ser fieles a tu palabra, a confiar y esperar en ti, pero que lo podamos hacer en servicio y entrega a nuestros hermanos, con el optimismo de que hoy será un buen día para vivirlo en fraternidad y solidaridad. Que no nos falte tu presencia y tu inspiración para toda clase de palabras y de buenas obras inspiradas en tu bondad y misericordia. Bendícenos, guárdanos y protégenos.
Feliz y bendecido jueves, compartido en felicidad y esperanza.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Señor se ha acordado siempre de su alianza. (…) Su fidelidad a Abraham es el recuerdo de las promesas que hizo. Dios eligió a Abraham para hacer un camino. Abraham es un elegido, era un elegido. Dios lo eligió. Luego, en esa elección le prometió una herencia y hoy, en el pasaje del libro del Génesis, hay un paso más. “Por mi parte esta es mi alianza contigo” (Gn 17,4). La alianza. Una alianza que le hace ver a lo lejos su fecundidad: “serás padre de una muchedumbre de pueblos” (Gn 17,4). La elección, la promesa y la alianza son las tres dimensiones de la vida de fe, las tres dimensiones de la vida cristiana. (…) . Hemos sido elegidos, el Señor nos ha hecho una promesa, ahora nos pide una alianza. Una alianza de fidelidad. Jesús dice que Abraham se regocijó pensando, viendo su día, el día de la gran fecundidad, ese hijo suyo —Jesús era hijo de Abraham (cf. Jn 8,56)— que vino a rehacer la creación, que es más difícil que hacerla, dice la liturgia, vino a redimir nuestros pecados, a liberarnos. (Homilía Santa Marta, 2 de abril de 2020)