En esta mañana, te bendecimos, te glorificamos y te damos gracias por las labores que iniciaremos hoy y que confiadamente lo haremos contigo. Hoy, Señor, somos conscientes que tus caminos no son nuestros caminos, ni tu pensamiento nuestro pensamiento. El verdadero discípulo no se debe preocupar por ser mayor o menor, sino por servir generosamente y no esperando más recompensa que tu infinito amor. Hoy necesitamos cambiar de mentalidad. ¡Tenemos tanto que aprender y tanto que preguntarte respecto a nuestras aspiraciones y ambiciones! No conviene estar descuidados cuando nos preguntes de qué andamos discutiendo por el camino. Perdona nuestras debilidades porque en ocasiones nuestras conversaciones son para criticar o murmurar, son de vanidad, de mundanidad o de poder... siempre son fuente de discusiones y divisiones.
Ayúdanos, Señor, a ser humildes de corazón, generosos en el servicio y la entrega y no permitas que pensemos primero en nosotros sino en los demás, a ejemplo tuyo, que no viniste a ser servido sino a servir y a dar tu vida por todos. Gracias, Señor, por la carta que nos regala tu apóstol Santiago, danos el don de la Sabiduría y la Inteligencia para discernir la recomendación que él nos hace: «Humillaos ante el Señor, que Él os levantará».
Feliz y servidor martes.