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21-nov.-2025, viernes de la 33.ª semana del T. O.

«María ... precisamente ella es la perfecta discípula que ha obedecido en todo a la voluntad de Dios» (Francisco).

Al darte gracias por este nuevo amanecer emprendemos este día en tus manos bajo tu protección y salimos bendecidos de nuestros hogares porque sabemos que no nos abandonarás. Un día de incertidumbre, pero que lo confiamos a tus manos. 

Hoy nos invitas a honrar María Santísima, madre tuya y madre nuestra en su memoria de la Presentación. Ella, como madre del amor y la obediencia, desde el momento de su Presentación se convirtió en tu primera discípula y comprendió que Dios Padre la había predestinado para cosas grandes: ser tu madre y asumir su compromiso de amor y de entrega generosa. Ella inició este camino amoroso, sabiendo que su entrega era de sacrificio y guardando todo en su corazón. Danos la gracia de comprender como ella lo hizo, que todo debe pasar por el corazón, para llegar a amar sinceramente. Y sobre todo comprendiendo tus palabras: “el que cumple la voluntad del Padre, ese es mi hermano y mi madre”. Ayúdanos a cumplir tu voluntad. Nos colocamos en tus manos y pedimos tu Santa Bendición. Amén. 

Bajo el amparo de Nuestra Madre, los encomiendo en este día. Ojalá hagamos esta oración que la hemos hecho todos estos días. No es una cadena ni nada por el estilo. Encomendémonos al amor de Nuestra Madre.

ORACIÓN DE LA PRESENTACIÓN DE NUESTRA SEÑORA AL TEMPLO

Dios te salve, María suavísima, a quien tus santísimos padres trajeron al templo y en tu tierna edad presentaron al Señor y ofrecieron a su servicio, para que en dejando los pechos de tu madre le hicieses sacrificio de ti misma, y como fruta temprana, fresca y cogida del árbol con su flor fueses más gustosa y agradable a aquel Señor que es fruto de tu sagrado vientre. En el templo material entraste, y le santificaste e ilustraste para que fuese más glorioso que el que edificó el Rey Salomón, porque tú eres el templo vivo de Dios, y como un Sancta Sanctorum.  Aquí viviste y pasaste tu niñez, y fuiste modelo perfectísimo de santidad, y derramaste el olor suavísimo de todas las virtudes; y como alférez y Virgen de las vírgenes, te consagraste toda a Dios, y fuiste la primera que hizo voto de perpetua virginidad con alegre y determinada voluntad, abriendo camino con tu ejemplo a todas las vírgenes que después te han seguido y seguirán; y le guardaste tan perfectamente, que más parecías ángel sin cuerpo que doncella en carne mortal. ¡Oh Reina mía, esperanza mía y alegría mía de mi corazón! que viviendo en el templo, con la soledad, silencio y quietud te disponías a la contemplación y unión con Dios, y eras tan regalada de él y tan visible de los ángeles, que más morabas en el cielo que en la tierra, y más vivía tu espíritu con el espíritu del Señor que tu cuerpo con tu espíritu; alcánzame por tus merecimientos amor del silencio y del reposo espiritual, para que estos sean mis deleites todo el tiempo que fuere detenido en la cárcel de este cuerpo, por Jesucristo tu benditísimo Hijo, que vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

PALABRA DEL PAPA

Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús. Hablar mal de los demás, destruir la fama de los demás nos vuelve la familia del diablo.

Aquella respuesta de Jesús no es una falta de respeto por su madre y sus familiares. Más bien, para María es el mayor reconocimiento, porque precisamente ella es la perfecta discípula que ha obedecido en todo a la voluntad de Dios. Que nos ayude la Virgen Madre a vivir siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que actúa en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una vida nueva.  (Papa Francisco, Ángelus 10 de junio de 2018)

ORACIÓN 

Señor, al contemplar a la pequeña María entrando en el lugar santo, te pido que me ayudes a consagrar mis propios comienzos y mis años más tiernos a tu servicio. Que mi vida entera sea un "templo" digno de tu morada.

Virgen María, enséñame a vivir con la pureza de corazón y la humildad con que te ofreciste. Ayúdame a caminar con fe en los caminos que Tú preparaste para mí, aceptando con docilidad el plan divino, incluso antes de comprenderlo plenamente.

Que, al igual que fuiste presentada en el Templo para prepararte para ser la Madre del Salvador, yo pueda presentar mis dones y mi vida ante Ti cada día, para que seas Tú quien me guíe. Amén. 

Reflexión

A primera vista, nos parece que Jesús no tiene un comportamiento correcto con su madre. Todos hubieran deseado que, ante el anuncio de que su madre estaba ahí, hubiera cortado el discurso para saludar dar un abrazo a su madre. Pero Jesús, con este comportamiento, nos está diciendo que a su madre no la podemos encasillar en un esquema meramente “biológico”. Por eso tampoco acepta ese piropo tan natural de una mujer de pueblo: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te dieron de mamar”. Jesús no puede reducir a su madre a la categoría biológica de “pechos y vientre”. Ella es grande porque siempre ha sido “la oyente de la Palabra de Dios”, la que siempre ha cumplido la voluntad del Padre. María va a ser una persona muy especial, un miembro cualificado, en la gran familia de los seguidores de Jesús. Y es que Jesús nunca ha querido separar a su madre, del Pueblo de Dios. En esta maravillosa “caravana de la fe” Ella es la primera. “Dichosa tú, la creyente”. Le dijo su prima Isabel. Y dichosos de nosotros que nos podemos aprovechar de la “palabra” del Señor, vivida, rumiada, asimilada, en el corazón de María.

Pregunta:

¿Estoy dispuesto a dejar mis planes para seguir el querer del Padre, como hizo María?

Cita bíblica del día.

"Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la guardan" (Lucas 11,28).

Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lucas 11,28).
Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.