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22-nov.-2025, sábado de la 33.ª semana del T. O.

La vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad.

En esta mañana, Señor, te damos gracias por el don de la vida, del amor, de la esperanza y la solidaridad. En este fin de semana te pedimos, Señor, que nuestro corazón esté lleno de sentimientos agradecidos por la semana que culminamos, el bien que pudimos hacer hacia los demás y también lo que no pudimos hacer, pero que lo tenemos pendiente para esta semana que iniciaremos. Gracias, Señor, porque tenemos la certeza de poder descansar y reponer nuestras fuerzas para seguir ayudando y sirviendo a nuestros hermanos. 

Ahora, al recordar a santa Cecilia, una joven noble que asistía todos los días a la misa celebrada por el papa Urbano en las tumbas de la vía Apia; al ser una mujer muy generosa, siempre a la salida, la esperaba una multitud de pobres; fue prometida a san Valeriano a quien convirtió. El día de su boda, en tanto que los músicos tocaban, Cecilia cantaba a Dios en su corazón. De ahí su patrocinio sobre la música sagrada, perfecto ejemplo de mujer cristiana, que abrazó la virginidad. Los historiadores datan su martirio entre el año 180 y 350. Santa Cecilia siga alegrando nuestros corazones con esos cantos celestiales que siempre nos hablarán de tu amor. Gracias, Señor, por abrir tu corazón a nuestro querer, por escucharnos y por darnos un nuevo amanecer lleno de esperanza lleno de fe y lleno de paz. Amén. 

Feliz y esperanzador fin de semana. 

PALABRA DEL PAPA

«Ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección» (vv. 35-36). Con esta respuesta, Jesús invita, en primer lugar, a sus interlocutores ―y a nosotros también― a pensar que esta dimensión terrenal en la que vivimos ahora no es la única dimensión, sino que hay otra, ya no sujeta a la muerte, en la que se manifestará plenamente que somos hijos de Dios. Es un gran consuelo y esperanza escuchar estas palabras sencillas y claras de Jesús sobre la vida más allá de la muerte; las necesitamos sobre todo en nuestro tiempo, tan rico en conocimientos sobre el universo, pero tan pobre en sabiduría sobre la vida eterna. (…) Jesús responde que la vida pertenece a Dios, que nos ama y se preocupa mucho por nosotros, hasta el punto de vincular su nombre al nuestro (…) La vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte. Es egoísmo. Si vivo para mí mismo, estoy sembrando la muerte en mi corazón.  (Papa Francisco, Ángelus 10 de noviembre de 2019)

ORACIÓN 

Señor, Tú que eres la Verdad, te agradezco por confrontar la duda y la incredulidad con la certeza de tu reino. Al meditar en tu enseñanza a los saduceos, afirmo mi fe en la resurrección y en la vida eterna que nos prometes.

Ayúdame a vivir cada día con la perspectiva de la eternidad. Recuérdame que, aunque mi cuerpo es temporal, mi espíritu está unido a Ti, el Dios que no es Dios de muertos, sino de vivos. Que esta certeza me impulse a vivir con santidad y propósito hoy. Amén. 

Reflexión del Evangelio escrita por P. Luis Alberto Tirado Becerril, misionero del Espíritu Santo.

Los saduceos niegan la resurrección de los muertos. ¿Y tú? Y es que resucitar literalmente implica que al final de los tiempos nuestras almas recobrarán la carne, recuperaremos nuestros cuerpos, aunque en una condición glorificada, es decir, no limitada por el tiempo y el espacio, tal como el mismo Jesús lo ha experimentado después de la muerte.

La resurrección corporal de Cristo instaura la futura resurrección corporal de los hombres. Al vencer la muerte por la fuerza de su divinidad, la humanidad misma ha sido restaurada. Por lo tanto, la muerte material ya no prevalecerá. Porque ser humano significa ser cuerpo y alma, alma y cuerpo. Por eso los evangelistas insisten en que Cristo resucitado no era un fantasma. Por eso Jesús camina con los discípulos, les muestra las llagas y les pide ser tocado. Por eso Jesús les cocina y hasta come con ellos.

Desde este Evangelio, creo que Dios te pide ordenar el corazón, formar tu mente y ejercitar tu voluntad. Es decir: 1. Educa tus afectos para no ser esclavo de ellos y para no dejarte llevar por la emocionalidad. 2. Fórmate en el conocimiento de Cristo y de su enseñanza, custodiada y transmitida fielmente por la Iglesia unida al ministerio Petrino. Y 3. Entrénate en la capacidad de ser fiel a tus “síes” y a tus “noes” desde lo más ordinario de la vida cotidiana, ponte límites y aprende a respetarlos para que puedas vivir en congruencia con la vida que Cristo vino a traerte. Así tu vida será plena y después de esta vida, tu plenitud será eterna.  

Pregunta:

¿Creo realmente en la promesa de la resurrección, o vivo como si todo terminara aquí?

Cita bíblica del día.

"Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá". (Juan 11,25)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.