Un nuevo y radiante amanecer, inicio de una semana que lo hacemos en descanso. Hemos recuperado las fuerzas y mañana iniciaremos nuestras actividades, que no son rutinarias porque las haremos llenas de servicio, de amor, de solidaridad y fraternidad.
Gracias, Señor, por esta palabra con la que nos iluminas y nos muestras cómo es el cumplimiento de tu voluntad: amar y servir antes que juzgar. Aunque a veces nos queda difícil poder servir con generosidad y amar sin recompensas, tú nunca has juzgado a nadie. Hoy queremos pedirte que nos ayudes a tener tus mismas actitudes y sentimientos para que miremos a nuestros hermanos con los ojos del corazón y no con ojos humanos, que son los que nos llevan a juzgar y a pensar equivocadamente de los demás. Danos, Señor, mirar al corazón y tener los sentimientos para vivir en alegría y felicidad, porque sólo así podremos no juzgar y sobre todo cuando lo hacemos negativamente. Ojalá pudiéramos juzgar los sentimientos bellos que tienen todas las personas que nos hacen el bien. Gracias, Señor, por permitirnos que nuestros juicios sean acertados y con caridad. Bendícenos, guárdanos y protégenos y que mañana, nuevo día, lo vivamos intensamente en amor servicio y solidaridad.
Un muy feliz lunes de descanso después de haber celebrado la solemnidad del Corpus Christi.
Meditación del Papa Francisco
No se puede corregir a una persona sin amor y sin caridad. No se puede hacer una intervención quirúrgica sin anestesia: no se puede, porque el enfermo morirá de dolor. Y la caridad es como una anestesia que ayuda a recibir la cura y aceptar la corrección. Apartarlo, con mansedumbre, con amor y hablarle.
En segundo lugar, es necesario no decir algo que no es verdad. Cuántas veces en nuestras comunidades se dicen cosas una persona de la otra que no son verdaderas: son calumnias. O si son verdad, se arruina la fama de esa persona. Por eso los chismorreos hieren, los chismes son bofetadas al corazón de una persona. Ciertamente, cuando te dicen la verdad no es bonito escucharla, pero si se dice con caridad y con amor es más fácil aceptarla. Por tanto, se debe hablar de los defectos de los otros con caridad.
“¡Si debes corregir un defecto pequeño allí, piensa que los tuyos son mucho más grandes!
La corrección fraterna es un acto para curar el cuerpo de la Iglesia. Hay un agujero, ahí, en el tejido de la Iglesia que es necesario coser de nuevo. Y como las madres y las abuelas, cuando cosen, lo hacen con mucha delicadeza, así se debe hacer la corrección fraterna. Si no eres capaz de hacerlo con amor, con caridad, en la verdad y con humildad, se comete una ofensa, una destrucción del corazón de la persona, se hace un chismorreo más, que hiere y te convierte en un ciego hipócrita, como dice Jesús. ‘Hipócrita; quita primero la viga de tu ojo…’ ¡Hipócrita! Reconoce que eres más pecador que el otro, pero que tú, como hermano debes ayudara corregir al otro. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 12 de septiembre de 2014, en Santa Marta).