El canto de las aves, el calor del sol, y la claridad de un nuevo amanecer, nos hablan de las maravillas que hoy realizarás en cada uno de nosotros. Sea la ocasión para sentirnos llenos de tu amor y tu presencia. Hoy es buen momento para preguntarnos: ¿Qué es lo que el Señor tiene que arrojar fuera de nosotros para llegar a ser mejores? ¿Qué obstáculos tenemos que vencer para estar más cerca de Dios en la vida de cada día? Cómo ser verdaderos templos del Espíritu Santo? Lo que realmente nos debe interesar es que estemos adheridos espiritualmente a ti, Señor, y que realmente estemos cercanos a la gente que nos has confiado. Entonces podemos darte culto con toda nuestra vida. Perdona las ocasiones en que convertimos nuestros corazones en casas de orgullo y egoísmo más que en hogares de amor y de bondad, donde tú puedes sentirte a gusto, como en tu casa. Destruye el templo del pecado en nosotros, arroja toda clase de mal de nuestros corazones, y haznos piedras vivas de amor, bondad y fraternidad en las que puedas vivir y reinar.
Que al igual que Judas podamos «subir a purificar y consagrar el templo,» el templo de nuestro corazón, pues como dice san Pablo en 1 Cor. 3, 17: «el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros,» por ello debemos dar cabida en nuestra alma al Santo Espíritu de Dios que es nuestra Luz, nuestra Fuerza, la Vida de nuestra interioridad donde, somos nosotros mismos, en la soledad de nuestra persona. Al hacer memoria de San Andrés Dung-Lac y sus compañeros mártires tengamos la valentía de anunciarte a nuestros hermanos. Bendícenos, Guárdanos y Protégenos ya que tenemos la certeza y la fe que somos objeto de tu amor infinito. Como templos del Espíritu Santo amemos, sirvamos, y hagamos que nuestra caridad sea reflejo del amor de Dios. Y Recordemos que Dios da la victoria a quien se mantiene firme en su amor. Bendecido viernes, lleno de bendiciones y satisfacciones.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Esta acción decidida, realizada en proximidad de la Pascua, suscitó gran impresión en la multitud y la hostilidad de las autoridades religiosas y de los que se sintieron amenazados en sus intereses económicos. Pero, ¿cómo debemos interpretarla? Ciertamente no era una acción violenta, tanto es verdad que no provocó la intervención de los tutores del orden público: de la policía. ¡No! Sino que fue entendida como una acción típica de los profetas, los cuales a menudo denunciaban, en nombre de Dios, abusos y excesos. (…) La actitud de Jesús contada en la actual página evangélica, nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras ventajas e intereses, sino por la gloria de Dios que es el amor. (…) Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solamente para las comunidades eclesiales, sino también para los individuos, para las comunidades civiles y para toda la sociedad. Es común, de hecho, la tentación de aprovechar las buenas actividades, a veces necesarias, para cultivar intereses privados, o incluso ilícitos. Es un peligro grave, especialmente cuando instrumentaliza a Dios mismo y el culto que se le debe a Él, o el servicio al hombre, su imagen. Por eso Jesús esa vez usó «las maneras fuertes», para sacudirnos de este peligro mortal. (Ángelus, 4 marzo 2018)