Queremos alabar, bendecir y proclamar la gloria de tu nombre y darte gracias por el nuevo día que llenos de esperanza iniciaremos con tu ayuda y tu presencia.
Los santos Timoteo y Tito, asistentes de san Pablo, transmitieron a otros tu palabra. Al igual que a ellos, permítenos, Señor, llevar tus obras de amor salvador y tu palabra de vida y esperanza; que por medio de ella sigamos unidos como una comunidad de servicio y amor. Ayúdanos a recordar que cuando hacemos el bien estamos evangelizando y que, cada vez que ponemos en práctica lo que enseñamos a los demás, la fe verdadera crece, pues «las palabras convencen, pero sólo los ejemplos arrastran». Danos la gracia de reavivar «el don de tu Espíritu», el que de ti hemos recibido para que tomando parte en nuestros quehaceres diarios lo hagamos insistiendo a tiempo y destiempo. Que hoy el ánimo, la esperanza y nuestra confianza en ti sean nuestra mayor alegría.
Tengamos en cuenta estas palabras de Pablo: «porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio». Amén.
Un muy bendecido, productivo y vocacional jueves.
TIMOTEO Y TITO
Timoteo, hijo de padre pagano y madre cristiana, era oriundo de Listra, no conoció a Jesucristo hasta el primer viaje apostólico que llevó a cabo Saulo.
Por su parte, Tito era uno de los más predilectos del Apóstol, cuyo testimonio le ayudó a descubrir a Cristo. El Apóstol de los Gentiles lo llama “hijo querido en la fe”, mostrando de esa manera cómo le había ganado él mismo para la causa del Reino de los cielos.