Hoy nos alegramos, Señor, por esta mañana de Domingo, día de descanso y consagrado a ti. Hoy te celebramos como Nuestro Pastor Supremo, Rey de Reyes en humildad y sencillez. Tú viniste a nosotros como nuestro Buen Pastor y nos confiaste la responsabilidad de cuidar unos de otros. Cuando vengas a evaluar nuestra vida y a verificar cuánto hay de bueno a tus ojos y a los nuestros, nos preguntarás: ¿Se han preocupado los unos por los otros?, ¿han servido ustedes a los demás especialmente a los pobres y a los débiles? Hoy esperamos que nuestra respuesta sea de fe profunda y amor generoso y te pedimos que abras nuestros ojos, nuestros corazones y nuestras manos para honrarte ahora como nuestro Rey y Señor, acogiéndote en los hambrientos y sedientos, en los que viven en soledad y abandonados, en los tristes, en los pobres y en los enfermos. Que nuestro amor sea generoso y espontáneo, te veamos en este día con los ojos del corazón y no con nuestra mirada física sino en la ternura y la necesidad de nuestros hermanos que no son únicamente aquellos de la calle sino que están más cerca de nosotros: nuestros familiares, nuestros seres queridos, nuestros hermanos, nuestros parientes aquellos que no pueden valerse por sí mismos. Ayúdanos a comprenderlos en sus angustias y dolores, a seguir amándolos de corazón.
Acógenos en tu reino eterno preparado para nosotros para que pensemos que no basta con aclamarte como nuestro Rey y Señor si nuestra misión en la vida no es hacer que tu reino sea una realidad en medio de nosotros y ofrecer ese reino a los que nos rodean por medio de nuestras palabras y de nuestras obras. Sabemos que la única manera de llevarlo a cabo es vivirlo a tu manera entregados totalmente a los demás, en amor y servicio. Para esta tarea y misión necesitamos tu fuerza y tu bendición que nos acompañe y guíe siempre. Amén.
Demos a beber un abrazo; demos a comer un beso y un te quiero.
Feliz domingo vivido en familia y ojalá compartido con los que debemos amar más.
