Bendecidos por el don del Padre celestial que generosa y misericordiosamente nos llama a la vida, está nuestro deseo de cumplir su voluntad y retribuirle con bondad y fraternidad a nuestros hermanos todo lo que de Él recibimos. Señor, cuando ha llegado la hora de aceptar tu pasión y tu muerte por amor al Padre y por amor salvador a nosotros, no has rechazado ese sufrimiento y profundo dolor. En la hora de las pruebas, por las que nosotros tenemos que pasar, no permitas que caigamos en rebeldía sino mantennos confiando en ti, ya que tú nos has salvado. Que nuestra confianza en ti no se desvanezca nunca para que nos amemos unos a otros en días de alegría y en tiempo de dolor, soledad e incertidumbre pero, ante todo, Señor, que nunca te defraudemos por nuestras actitudes negativas, y menos con palabras que nos lleven a traicionar tu confianza o la de nuestros hermanos. Qué bueno poder estar contigo y tener la oportunidad única de reflexionar sobre el inmenso amor con que el Padre celestial nos ama. ¿Cómo respondemos a su amor total? ¿En qué medida lo hacemos resonar y lo reflejamos a nuestros hermanos? ¿qué hacemos para que los demás perciban y sientan el amor con el que nos amas? Hoy sea una buena ocasión para resolver estos interrogantes. Inspíranos, Señor, y danos tu Espíritu para que con actitudes positivas, en servicio y generosidad, llevemos a nuestros hermanos a amar como tú nos amas. Queremos seguir tus huellas y que tú nos invites a compartir tu misma mesa y lo hagamos en sinceridad y amor agradecido. Que si te entregamos sea a nuestros hermanos que ansían tu presencia y tu consuelo en sus vidas. Amén.
Un bendecido y santificado miércoles de dolor y ante todo de esperanza.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Miércoles Santo también se llama “miércoles de la traición”, el día en que se subraya en la Iglesia la traición de Judas. Judas vende al Maestro. (…) Pero esto nos hace pensar en otra cosa, que es más real, más que hoy: el diablo entró en Judas, fue el diablo quien lo llevó a este punto. ¿Y cómo terminó la historia? El diablo es un mal pagador. No es un pagador confiable. Te promete todo, te hace ver todo y al final te deja solo a ahorcarte en tu desesperación. (…) Pensemos en tantos Judas institucionalizados en este mundo, que explotan a la gente. Y también pensemos en el pequeño Judas que cada uno de nosotros tiene dentro de sí a la hora de elegir: entre lealtad o interés. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de traicionar, de vender, de elegir por el propio interés. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de dejarse atraer por el amor al dinero o a los bienes o al bienestar futuro. “Judas, ¿dónde estás?”. Pero la pregunta la hago a cada uno de nosotros: “Tú, Judas, el pequeño Judas que tengo dentro: ¿dónde estás?”. (Homilía Santa Marta, 8 de abril de 2020)