Hermoso despertar el que nos regalas y que nos invita a darte gracias no sólo de palabra, sino con las acciones que podremos realizar hoy, el bien que podremos hacer y las palabras que podemos llevar. Todo por tu bondad y gratuidad.
Hoy nos invitas a escuchar tu voz, a seguirte, ser testigos de tu amor y ver signos en nuestra vida que nos muestran tu presencia: cuando hay manos y miradas que nos envuelven en su ternura; cuando hay corazones compasivos que nos levantan en el dolor; cuando la vida se traduce en la caridad desprendida, que dona momentos de verdadera fraternidad y acogida; cuando el hermano en soledad y tristeza es levantado y el enfermo consolado en su dolor; cuando el anciano es acompañado por rostros amorosos.
Estos son los momentos en que anunciamos tu Reino, los momentos en que habitas en nosotros, los momentos creadores de una verdadera esperanza. Danos la gracia de tu amor y permite que seamos aquellos discípulos que “recogemos antes que desparramar”. Ojalá escuchemos tu voz y la proclamemos a los demás. Que sea un día pleno de tu amor y de alegrías para nosotros.
