Pasar al contenido principal

28-abr.-2025, lunes de la 2.ª semana de Pascua

Ser un buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en ti y te lleve, te lleve donde quiera.

Hoy te damos gracias al contemplar cómo pasamos de la noche a un nuevo día, de la oscuridad a la luz, de nuestro descanso reparador a la energía renovada de una nueva jornada. Danos la gracia de que hoy nuestras palabras y acciones sean edificantes y esperanzadoras.

Terminada la octava de Pascua, en la que por ocho días hemos celebrado tu Resurrección, Señor, escuchando lo que tu palabra nos decía sobre lo ocurrido el primer día de la semana, las primeras experiencias vividas por los discípulos contigo, culminando con tu aparición al anochecer del primer día de la semana en la que les comunicaste tu Espíritu a los Once. La experiencia Pascual que vivimos también es signo de un amor entregado que nos vincula a todos con la voluntad del Padre.

Hoy encontramos a Pedro y Juan totalmente renovados en valentía espiritual. Ahora, dicen en oración, mira Señor cómo nos amenazan, mira cómo se repite la misma historia…

No oran para que Dios aparte a los malvados de su cargo, no oran para que Dios quite las amenazas contra ellos, no oran para que Dios los proteja de la persecución o la muerte; oran para seguir anunciando con valentía la Palabra y para que la fuerza del resucitado siga curando y realizando prodigios. Terminada la oración tembló el lugar, es decir, Dios recibió complacido su oración y ellos llenos del Espíritu Santo reciben fuerzas y anuncian con valentía la Palabra.  

Podemos ahora examinarnos sobre el tipo de oración que practicamos: ¿dirijo mi oración a Dios, Padre nuestro? ¿Cómo es mi oración? ¿Qué pido en mi oración?  

Recordamos hoy a san Luis María Grignon de Montfort, persona de oración y de fe constante al Padre celestial y siempre colocado en las manos del Resucitado. Danos la gracia de confiar en Ti, iluminados por el Espíritu Santo. Nuestro inicio de semana sea bendecido en tu amor y misericordia. 

Feliz y testimonial lunes.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Ser cristiano no es sólo cumplir los mandamientos: hay que cumplirlos, eso es cierto; pero si te detienes ahí, no eres un buen cristiano. Ser un buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en ti y te lleve, te lleve donde quiera. En nuestra vida cristiana muchas veces nos detenemos, como Nicodemo, ante el “por tanto”, no sabemos qué paso dar, no sabemos cómo hacerlo o no tenemos la confianza en Dios para dar este paso y dejar entrar al Espíritu. Nacer de nuevo es dejar que el Espíritu entre en nosotros y que sea el Espíritu quien me guíe y no yo y aquí: libre, con esta libertad del Espíritu que nunca sabrás dónde acabarás. (Homilía Santa Marta, 20 de abril de 2020)