Señor, te damos gracias por estar terminando otra semana e iniciar nuestro descanso, por todo lo vivido, momentos de alegría y satisfacciones, momentos difíciles y obstáculos superados, pero felices porque hemos contado con tu presencia. Gracias Señor, porque vamos teniendo tiempo para meditar tu palabra y saber cuál es tu voluntad.
La fe es un don de Dios que hay que pedir con confianza en la oración. Hasta los apóstoles le dijeron a Jesús: “Señor, auméntanos la fe”, porque se sentían débiles. La fe que necesitamos para seguirte ha de ser firme y, al mismo tiempo, nos debe infundir paz y serenidad, incluso en los momentos de tempestad y duda. Elevemos nuestra oración confiada en esta mañana:
Gracias, Señor, porque en medio de la tormenta nos haces escuchar el suave murmullo de tu voz; porque en medio de la oscuridad nos das rayos de luz que iluminan nuestro camino en medio de las adversidades; por cada instante y cada problema que nos recuerda la necesidad que tenemos de ti; porque cuando sentimos la soledad, tu presencia nos recuerda tus palabras: «yo estaré con vosotros todos los días…»; porque cuando llega la tristeza recordamos las palabras de Pablo: «estad alegres en el señor». Ayúdanos a confiar plenamente en ti y que todo sea para glorificarte. Ante las tormentas y vientos huracanados: En ti confiamos y a ti nos acogemos. Amén.
Feliz fin de semana.
* «Los Apóstoles no deben temer las amenazas: Cristo —aunque silencioso— está en la barca y, por eso mismo, nunca se ha hundido» (Benedicto XVI).