La aurora de un nuevo amanecer, nos anuncia la hora de levantarnos y darte gracias por nuestro descanso reparador.
Con nuevas fuerzas y ánimos emprenderemos esta jornada que bondadosamente nos regalas. Ayúdanos a servir con generosidad y haz que nuestras acciones de este día sean para nuestros hermanos un signo de tu amorosa presencia en medio de nosotros. Al escuchar tu palabra, abrimos nuestro corazón para decirte con entusiasmo: «aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad». Envíanos donde quieras, tú sabes bien a dónde quieres que vayamos, porque Tú nos conoces y nos quieres.
Estamos siempre en tus manos. Te pedimos, Señor, fe y confianza. Danos la gracia de tu amor, para no anteponer nuestra voluntad a la tuya, sino que siguiendo tu ejemplo digamos: «mi madre y mi familia es la que escucha la palabra y la pone por obra». Haz que nuestra voluntad sea conforme a la tuya, que nos conduce por senderos de bien. A Ti te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. Amén.
Hoy celebramos y recordamos a santo Tomás de Aquino, el doctor angélico, filósofo y teólogo que perteneció a la orden Dominica, cuya obra ilumina el pensamiento y el magisterio de la Iglesia; fue un santo silencioso, contemplativo, noble, devoto y respetuoso de todos, capaz de conciliar la fe y la razón. "El amor produce en el hombre la perfecta alegría. En efecto, sólo disfruta de veras el que vive en caridad" (Santo Tomás de Aquino. Sobre la caridad,1. c. ,205).
Un muy esperanzador martes pleno de Alegría y felicidad.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús era así; primero la gente, servir la gente, ayudar a la gente, ensenar a la gente, sanar a la gente. Estaba para la gente. No tenía tiempo ni siquiera para comer. Sus familiares (…) Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo mandan llamar. Le dicen: «He aquí, tu madre, tus hermanos y hermanas están afuera y te buscan» (v.32) y Él responde: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» y mirando a las personas que le rodeaban para escucharlo, añade: «¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque quien cumpla la voluntad de Dios, es mi hermano, mi hermana y mi madre» (vv. 33-34). Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús. (…) Aquella respuesta de Jesús no es una falta de respeto por su madre y sus familiares. Más bien, para María es el mayor reconocimiento, porque precisamente ella es la perfecta discípula que ha obedecido en todo a la voluntad de Dios. Que nos ayude la Virgen Madre a vivir siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que actúa en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una vida nueva. (Ángelus, 10 de junio de 2018)
Pensamientos para el Evangelio de hoy (evangeli.net)
* «De poco hubiera servido a María la maternidad corporal si no hubiese concebido primero a Cristo, de manera más dichosa, en su corazón, y sólo después en su cuerpo» (san Agustín).
* «Proclama mi alma la grandeza del Señor» (Lc 1,46). María expresa ahí todo el programa de su vida: no ponerse a sí misma en el centro, sino dejar espacio a Dios; sólo entonces el mundo se hace bueno» (Benedicto XVI).
* «‘He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,37-38). Así, dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación (…), se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 494).