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28-may.-2024, martes de la 8.ª semana del Tiempo Ordinario

... lo importante no es “qué” se abandona por Cristo, sino “con qué” espíritu se hace

En tus manos de Padre nos colocamos y te agradecemos por este nuevo día que estamos iniciando y que esperamos llevarlo adelante gracias a tu bendición y tu compañía. Permítenos hacer tu voluntad y amar como tú nos amas. 

San Gregorio decía: lo importante no es “qué” se abandona por Cristo, sino “con qué” espíritu se hace. Dejarlo todo nunca será sencillo ni espontáneo. Es de lo más parecido a una operación quirúrgica: Duele, pero cura; y sabemos que seguirte implica sacrificio por amor y con amor. Tú nos aseguras que quien lo deje todo por seguirte recibirá el ciento por uno ya en esta vida. Seguramente hemos oído o repetido en infinidad de ocasiones aquello de: ¡Dios no se deja ganar en generosidad! Toda nuestra entrega y disponibilidad nos es devuelta multiplicada por cien ya en esta vida. Por eso nuestro amor debe ser siempre gratuito, ya que es recompensado con largueza por ti. 

Ayúdanos a comprender lo que significa ser discípulos tuyos; que sólo cuando perdonamos encontramos perdón; que nuestra sed se sacia cuando damos de beber a nuestros hermanos; que encontramos consuelo cuando llevamos palabras que alivian a otros en su dolor; y que sólo cuando partimos y compartimos el pan encontramos tu alegría que dura por siempre. En este día, queremos ser verdaderos hermanos en la fe, la esperanza y la caridad, siendo verdaderos discípulos servidores, no esperando más recompensa que la tuya. Gracias Señor. A ti te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. 

Un muy feliz y gratificante martes. 

Pensamientos para el Evangelio de hoy

* «‘Pues yo os aseguro que nadie hay…’. No quiere decir con esto que abandonemos a nuestros padres, dejándolos sin auxilio, ni que nos separemos de nuestras mujeres, sino que prefiramos el honor de Dios a todo lo que es perecedero» (san Beda el Venerable).

* «No cabe duda que las formas concretas de seguir a Cristo están graduadas por Él mismo según las condiciones, las posibilidades, las misiones, los carismas de las personas y de los grupos» (san Juan Pablo II).

* «Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo (cf. Ef 1,22), contribuyen a la edificación de la Iglesia mediante la constancia de sus convicciones y de sus costumbres. La Iglesia aumenta, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles, ‘hasta que lleguemos al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo’ (Ef 4,13)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2045).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.