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28-sep.-2025, domingo de la 26.ª semana del T. O.

A quien está olvidado de todos, Dios no lo olvida; quien no vale nada a los ojos de los hombres, es valioso a los del Señor.

Finalizar otra semana y otro mes que va pasando es doble motivo para agradecerte todo lo vivido y recibido de tu bondad y generosidad. Si todos nuestros anhelos y esperanzas no se han logrado cumplir, otra semana más nos regalas la ocasión para poder cumplir con tu bendición nuestras ilusiones. Por todo te damos gracias. 

Hoy tu palabra es inspiradora para continuar nuestro camino. Ciegos como estamos a nuestros fallos y a las necesidades de nuestros hermanos, te pedimos nos perdones y abras los ojos del corazón, para ver con ellos y desde ellos sus necesidades y angustias, la necesidad silenciosa de compañía y compasión y abre nuestros ojos y corazones a la compasión y al amor. Tú nos has colmado con tantas cosas buenas, todas ellas concedidas por tu bondadosa misericordia. Haznos pobres de corazón para que podamos entender a nuestros hermanos pobres; haznos lo bastante generosos para no calcular y medir nuestros dones, y haznos agradecidos por todo lo que tú nos has dado llevando alegría y consuelo a los hermanos necesitados. Ayúdanos a no ser epulones que no seamos capaces de volver nuestras miradas a los pobres Lazaros que vamos encontrando en el banquete de la vida. Líbranos, de todo egoísmo que cierra nuestros corazones y nuestras manos a las necesidades de los hermanos que nos rodean. Líbranos de esclavizarnos a las cosas materiales que poseemos, e incluso a nuestras cualidades y talentos. Danos la capacidad para saber comprender que todo viene de Ti y que son talentos que nos has dado para poderlos multiplicar en el bien del necesitado. Amén. 

Un muy feliz y compartido Domingo, haciendo lo que a Ti te gusta que es el poder cumplir tu Voluntad. 

PALABRAS DEL PAPA

Hoy el evangelio de san Lucas presenta la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 19-31). El rico personifica el uso injusto de las riquezas por parte de quien las utiliza para un lujo desenfrenado y egoísta, pensando solamente en satisfacerse a sí mismo, sin tener en cuenta de ningún modo al mendigo que está a su puerta. El pobre, al contrario, representa a la persona de la que solamente Dios se cuida:  a diferencia del rico, tiene un nombre, Lázaro, abreviatura de Eleázaro (Eleazar), que significa precisamente "Dios le ayuda". A quien está olvidado de todos, Dios no lo olvida; quien no vale nada a los ojos de los hombres, es valioso a los del Señor. La narración muestra cómo la iniquidad terrena es vencida por la justicia divina:  después de la muerte, Lázaro es acogido "en el seno de Abraham", es decir, en la bienaventuranza eterna, mientras que el rico acaba "en el infierno, en medio de los tormentos". Se trata de una nueva situación inapelable y definitiva, por lo cual es necesario arrepentirse durante la vida; hacerlo después de la muerte no sirve para nada. (Papa Benedicto XVI, Ángelus, 30 de septiembre de 2007)

ORACIÓN 

Señor, al meditar el pasaje del rico y de Lázaro, mi corazón se estremece al recordar que la indiferencia puede cerrar el alma a tu Reino. No quiero dejarme arrastrar por la comodidad que endurece el espíritu ni por la abundancia que olvida al necesitado. Hazme sensible al dolor ajeno y capaz de compartir con alegría lo que Tú me has confiado. Amén.

Reflexión escrita por Pbro. Ernesto María Caro

En el Evangelio de hoy nos presenta, en otra parábola, dos personajes: un hombre rico que vivía rodeado de lujos, y un pobre llamado Lázaro, que yacía a su puerta, hambriento y enfermo. Lo impactante de esta parábola no es que el rico tuviera bienes, sino que vio la necesidad de Lázaro y no hizo nada.

Quiero en esta reflexión que nos quede claro, que Jesús no condena la riqueza, como lo he mencionado ya otras veces, sino la indiferencia. El problema no es tener sino cerrar el corazón a aquel que lo necesita, y como lo veíamos en otra de nuestras reflexiones, convertirnos en presas en lugar de ríos.

Y esto es muy importante ya que esa indiferencia, como hoy lo dice el Evangelio, puede llegar a costarnos la salvación eterna. Es por ello que Jesús quiere que sus discípulos vivan libres del egoísmo. San Pablo, en su carta a los Romanos, en el capítulo 14, nos recuerda que “nadie vive para sí mismo”.

Mis hermanos, el que ama actúa de manera que, el que ve al hambriento sufrir y no mueve un dedo traiciona el Eva0ngelio. En resumen, podemos ver que el rico del Evangelio no fue condenado por ser rico, sino por cerrar los ojos y el corazón a su hermano que estaba necesitado.

Amar no es sentir… es decidir y es actuar. No olvidemos, "el peor pecado del rico no fue tener, sino ver y no actuar”. Hoy, Jesús nos pide abrir los ojos, pero también las manos, porque el amor verdadero no pasa de largo… actúa. 

Preguntas:

¿Uso mis bienes y talentos para ayudar, o me dejo llevar por la indiferencia?

Cita bíblica del día.

«Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano pasar necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?» (1 Juan 3, 17)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.