Alegre y bendecido despertar el que nos regalas en este día para vivirlo y disfrutarlo junto a nuestros hermanos. Desde ya tu invitación para este día es mirar en qué clase de tierra vamos a sembrar. Tú nos regalas la opción de escoger el terreno y te pedimos que sea la tierra buena y fértil de la esperanza, la fe y el servicio y que la semilla sea la del amor. Ayúdanos a superar los terrenos áridos, pedregosos y llenos de mala hierba, donde está lo negativo (egoísmo, soledad y tristeza) porque sabemos que allí la semilla no crecerá.
Que el buen abono sea la solidaridad, la bondad y la fraternidad. Si ponemos la atención y el cuidado en aquello que nos hace como el borde del camino, el terreno pedregoso, o las zarzas donde la semilla de la esperanza no germina quizá nuestra vida se puede ir transformando en tierra buena. Nuestro corazón y sentimientos sean los surcos donde se siembre la buena semilla y nuestra cosecha sea abundante. Amén.
Bendícenos en tu bondad y acompáñanos hoy y siempre. Un muy feliz y fértil miércoles
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús nos invita hoy a mirarnos por dentro: a dar las gracias por nuestro terreno bueno y a seguir trabajando sobre los terrenos que todavía no son buenos. Preguntémonos si nuestro corazón está abierto a acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios. Preguntémonos si nuestras piedras de la pereza son todavía numerosas y grandes; individuemos y llamemos por nombre a las zarzas de los vicios. Encontremos el valor de hacer una buena recuperación del suelo, una bonita recuperación de nuestro corazón, llevando al Señor en la Confesión y en la oración nuestras piedras y nuestras zarzas. Haciendo así, Jesús, buen sembrador, estará feliz de cumplir un trabajo adicional: purificar nuestro corazón, quitando las piedras y espinas que asfixian la Palabra. (Ángelus, 16 de julio de 2017)