Buenos y esperanzadores días nos regalas en este día, Señor, y te agradecemos por aquellos dos hombres que con su vida y testimonio nos han enseñado a creer en ti, a confiar en tu palabra y hacerla viva en el llamado que por medio del Espíritu Santo nos has hecho a cada uno de nosotros.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” A Pedro y Pablo les costó entenderlo, pero al final te conocieron y respondieron a esa pregunta con la entrega de su propia vida hasta el final. Qué bonita forma de contestar a esta pregunta, con los hechos, con la vida, no con ideas o teorías. Nosotros, Señor, también necesitamos profundizar nuestra fe y seguir conociéndote, enamorarnos cada día más de ti, seguirte y escucharte. Todo ello es necesario, pero la pregunta que nos haces se contesta con la entrega, el cariño y la disponibilidad, a pesar de las debilidades que tenemos y que Pedro y Pablo también las tuvieron: Pablo, perseguidor cuya vida dio la vuelta tras tu proceso tumbativo de conversión; y Pedro, pescador impulsivo que fue débil en el momento de la prueba, pero que cuando experimentó tu perdón se entregó a ti sin condiciones y recibió el encargo de presidir tu Iglesia. Eran normales, como nosotros; pecadores, también como nosotros. Sin embargo, lo que les hizo grandes fue dejarse llevar por tu iniciativa y responder a tu llamado. Ayúdanos con tu gracia, para que nuestro testimonio de entrega y disponibilidad sea incondicional en nuestro seguimiento y que como Pedro podamos decir: “Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”. Y expresemos como Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”. Guárdanos y protégenos de todo mal y que Nuestra Madre interceda por nosotros. Amén.
El papa Francisco insiste que oremos por él y hoy es un día especial para hacerlo. El Señor le siga dando sabiduría y discernimiento para que como Buen Pastor nos diga guiando y animando. Un muy feliz y vocacional fin de semana para todos, bendecidos en tu amor.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Evangelio de la Liturgia de hoy, Solemnidad de los Santos Patronos de Roma, recoge las palabras que Pedro dirige a Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,16). Es una profesión de fe, que Pedro pronuncia no en base a su entendimiento humano, sino porque Dios Padre se la inspiró. El apóstol Pablo tiene su propio camino, él también pasó por una lenta maduración de la fe, experimentando momentos de incertidumbre y duda. A la luz de esta experiencia de los santos apóstoles Pedro y Pablo, cada uno de nosotros puede preguntarse: cuando profeso mi fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, ¿lo hago con la conciencia de que siempre debo aprender, o presumo que "ya lo tengo todo resuelto"? Y de nuevo: en las dificultades y pruebas, ¿me desanimo, me quejo, o aprendo a hacer de ellas una oportunidad para crecer en la confianza en el Señor? Porque él —escribe Pablo a Timoteo—nos libra de todo mal y nos lleva con seguridad al cielo (cf. 2 Tm 4,18). Que la Virgen María, Reina de los Apóstoles, nos enseñe a imitarlos avanzando día a día por el camino de la fe. (Ángelus, 29 de junio de 2022)