Pasar al contenido principal

29-may.-2024, miércoles de la 8.ª semana del Tiempo Ordinario

«Quien quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor; y el que quiera ser el primero sea esclavo de todos»

Gracias te damos por esta mañana en que hemos despertado y comenzamos a alistar las redes para echarlas en el mar de la esperanza, esperando que, con tu ayuda, la pesca sea abundante de ilusiones, buenos deseos, de generosidad y de entrega. 

Señor, hoy nos pides beber contigo la copa del amor sacrificado. Cólmanos con ese amor que nos haga comprender que solo somos grandes cuando servimos a los demás y cuando utilizamos nuestras vidas para dar a nuestros hermanos una oportunidad de vivir y ser libres. Que no busquemos otra recompensa que la de compartir tu destino de entrega, disponibilidad y sacrificio. 

Dispón de nuestros corazones y otórganos fuerza y valor para entender, comprender y aceptar a los otros, acompañándolos en el camino de la vida, siendo solidarios en sus sufrimientos, regocijándonos en sus alegrías y ayudándonos a llevar las cargas los unos a los otros; para que tú permanezcas con nosotros; y —ante todo— para que no busquemos los primeros puestos, ni reconocimiento más que de ti. Seamos servidores en humildad y sencillez. 

Que no anhelemos sentarnos en primeros puestos, sino que contándonos entre los más servidores nos acerquemos a tu amor y misericordia. «Quien quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor; y el que quiera ser el primero sea esclavo de todos». Bendícenos, guárdanos y protégenos y que nuestro miércoles sea pleno de servicio, humildad y generosidad. Amén.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El camino del servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad de la búsqueda de los primeros puestos; es la medicina para los arribistas, esta búsqueda de los primeros puestos, que infecta muchos contextos humanos y no perdona tampoco a los cristianos, al pueblo de Dios, ni siquiera a la jerarquía eclesiástica. Por lo tanto, como discípulos de Cristo, acojamos este Evangelio como un llamado a la conversión, a dar testimonio con valentía y generosidad de una Iglesia que se inclina a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez. Que la Virgen María, que se adhirió plena y humildemente a la voluntad de Dios, nos ayude a seguir a Jesús con alegría en el camino del servicio, el camino principal que lleva al Cielo. (Ángelus 21 de octubre de 2018)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.