Bendecido día y feliz amanecer, para levantarnos en tu nombre y realizar nuestras labores según tu voluntad.
Cuando sufrimos profundamente tendemos a clamar: “Dios mío, ¿dónde estás?” Danos la fortaleza y la sabiduría para saber buscarte y encontrar el camino junto a Ti, una fe suficientemente profunda y firme para comprender que Tú estás con nosotros, incluso en las dificultades y aflicciones de la vida. Líbranos de quejarnos y de murmurar cuando nuestras dificultades cotidianas se cruzan en nuestro diario vivir. En nuestros desiertos, susténtanos para encontrar oasis de esperanza y de fe. Porque vivimos ausencias tuyas y noches oscuras, situaciones de soledad, de renuncia, de dolor. Nos cuesta entender en Ti, en nosotros mismos y en los demás las situaciones que son como piedras que aparecen en el camino.
Nos has enseñado que no hay Pascua sin muerte. Ni resurrección sin cruz. Danos la alegría y la ilusión que no estamos solos, sino que contamos contigo y con la presencia del Espíritu Santo que nos ilumina y conforta. Amén.
Nuestra Madre nos proteja y nos cubra con su Manto Sagrado. Amén. Feliz y glorificado jueves vocacional.
Meditación del Papa Francisco
Tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados ―cada de nosotros los conoce―, para que Jesús entre y lo llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover esta noche es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida. (Homilía de S.S. Francisco, 26 de marzo de 2016)