Bienaventurados nosotros por este día que amanece y porque podemos ver las maravillas de tu amor. Vamos avanzando hacia los días de alegría y felicidad; vamos anhelantes disponiendo nuestros corazones para recibir la gran noticia de nuestra liberación. Gracias por tu Palabra que al recibirla en humildad y sencillez, nos ayuda a comprender y saber el camino que nos vas señalando. Tú nos muestras lo que nosotros deberíamos ser y lo que podemos hacer con nuestros talentos.
Tú nos llamas dichosos porque hemos sido elegidos para ver y oír los secretos del Reino que está llegando. También ─como a los discípulos─ nos hablas al corazón como aquel que abre su corazón a la alabanza, a la gratitud, a vivir en gratuidad, porque hemos recibido gratis un tesoro que nos guía y estamos llamados a darlo gratis a nuestros hermanos y ¡por eso somos dichosos!
En este Adviento que estamos comenzando vamos a tratar de abrir espacios a nuestros hermanos los humildes, a los pequeños y sencillos; porque los soberbios, los prepotentes y orgullosos, Dios los mira de lejos. Concédenos la sencillez de reconocernos débiles y pequeños ante Ti. Ayúdanos a mantener la humildad y sencillez, para que nuestro corazón siempre escuche tus palabras.
Haznos conscientes para comprender las maravillas que tú haces en nosotros y los dones que bondadosamente nos das. Continúa, Señor, obrando maravillas en cada uno de nosotros para que te sigamos alabando, bendiciendo y glorificando. Amén.
Felicidades en este martes de humildad, sencillez y servicio.
Adviento
Preparemos nuestros corazones para la llegada de Jesús; oremos también por todos los matrimonios, hogares y parejas, para que Él traiga las bendiciones por las que estaremos orando hoy.
