Alegría, gozo y felicidad en esta mañana que nace para nosotros por bondad y misericordia de nuestro Padre celestial.
A nosotros nos puede pasar como a los discípulos de Emaús: que en el camino de nuestra vida estemos como peregrinos desalentados y sin ilusión, sin ser conscientes de tu presencia, porque cerramos los ojos del corazón, viajamos, conversamos con extraños o con amigos, comemos, somos indiferentes, tenemos poca esperanza. Pero arde nuestro corazón cuando somos cuestionados por tus palabras y tu presencia, te hemos de reconocer en nuestros hermanos para ser hombres y mujeres de esperanza. Te reconoceremos también al partir y repartir el pan, al amar y servir, al compartir.
Son hermosas y confiadas las palabras de Pedro: «no tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesús Nazareno levántate y anda». Ayúdanos a entender que hoy también hay situaciones dolorosas y penosas que nos hacen pedir un milagro y a veces no nos damos cuenta que el milagro más grande está en nosotros mismos, en nuestra fe y nuestra esperanza, en nuestra confianza en ti, que hoy sigues haciendo prodigios, pues no nos abandonas, sino que nos socorres con intervenciones extraordinarias, pero las haces a través de la oración y la fe. Gracias por caminar a nuestro lado, por ser el compañero ideal, por darnos esperanzas y ante todo hacer arder nuestros corazones con tu presencia en nuestras vidas. A ti te alabamos, te bendecimos y te damos gracias.
Un muy esperanzador miércoles de servicio, generosidad y solidaridad. Hoy levantémonos con ánimo y fortalecidos en la fe, sirvamos a nuestros hermanos con palabras y obras. No tenemos ni oro ni plata, pero llevamos a Jesús. Los abrazo y los bendigo.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Todos nosotros, en nuestra vida, hemos tenido momentos difíciles, oscuros; momentos en los cuales caminábamos tristes, pensativos, sin horizonte, solamente un muro delante. Y Jesús siempre está junto a nosotros para darnos la esperanza, para calentarnos el corazón y decir: “Ve adelante, yo estoy contigo. Ve adelante”. El secreto del camino que lleva a Emaús está todo aquí: también a través de las apariencias contrarias, nosotros continuamos siendo amados, y Dios no dejará nunca de querernos. Dios caminará con nosotros siempre, siempre, también en los momentos más doloroso, también en los momentos más feos, también en los momentos de la derrota: allí está el Señor. Y esta es nuestra esperanza. (Audiencia General, 24 de mayo de 2017)