Domingo, día del Señor, día para sentirnos más cerca de ti y ser verdaderos testigos de tu amor. Y ahora te pedimos Señor, que Veamos tu rostro. Durante este nuevo tiempo de Adviento nos preguntamos: ¿Qué espacio te estamos dejando en nuestra vida? ¿Nos sentimos cercanos a ti? Una cosa es cierta: Tú estás cerca de nosotros. ¿Intentamos verte, reconocerte en las muchas formas como tú te haces presente entre nosotros: en nuestros hermanos, en la naturaleza, en los acontecimientos de la vida, incluso en nuestros problemas, y hasta en nuestro propio silencio? Tenemos que volvernos vigilantes para captar tu presencia en todo momento y en toda circunstancia. Hoy clamamos y te decimos: ¡Ven, Señor, muéstrate a nosotros; hazte visible entre nosotros! Ven, Señor, y no tardes en llenar nuestras vidas de ilusiones y esperanzas! Ven Señor y enseñanos lo que es verdadera reconciliación! Señor, no importa a qué hora vengas, lo importante es que nos encuentres despiertos y vigilantes. Ahora te alabamos, te bendecimos, te glorificamos y te damos gracias, por todo lo que nos concedes.
Hoy hace 35 años, recibí la bendición que el Señor me regaló por medio del arzobispo Mario Revollo Bravo. Han sido 35 años de amor, felicidad y alegría, compartiendo mi sacerdocio en las diferentes comunidades. Gracias, Señor, por las personas que se han convertido para mí, en hermanos, papás, mamás, tíos y tías. Gracias por mi familia que ha sido el Motorcito principal en mi camino sacerdotal, especialmente los angelitos que me han protegido desde el Cielo. Por tantas cosas como me has dado en la vida, quiero decirte: GRACIAS, SEÑOR”. Sonriamos y demostremos que estamos alegres y esperanzadores. Un muy feliz Domingo en armonía y fraternidad.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que, como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la reconciliación» (san Carlos Borromeo).
* «La esperanza de los cristianos se orienta al futuro, pero está siempre bien arraigada en un acontecimiento del pasado y nos guía en el presente» (Benedicto XVI).